Sergio Gómez Montero*
No es, la de hoy, una nota que haga referencia a la boda de tres días de celebración que se acaba de celebrar en India entre dos cónyuges favorecidos ambos por fortunas millonarias por parte de ambas familias.
No, en lo que la nota quiere poner énfasis es en el ambiente cargado que predomina en el ambiente político tanto nacional como internacional (la fiesta a todo lo que da, pues). En el segundo, en particular, luego de ese atentado folklórico que se efectuó en contra de Donald Trump y cuyo efecto más destacado fue el cómo catapultó al candidato republicano no sólo a ser elegido por los miembros de su partido para contender por la Presidencia de su país, sino como candidato virtualmente único a ese puesto para las elecciones de fin de año (dado que Biden es un cero a la izquierda), lo que calienta no sólo el ambiente político de Estados Unidos, sino del mundo entero que ve como se ciernen, amenazantes, las tendencias conservadoras y ultraderechistas que enarbola y encabeza este peculiar personaje norteamericano.
Y si bien todo el mundo se mantiene expectante ante la llegada de Trump y su acompañante el senador Vance –personajes ambos que dan miedo–, temerosos debemos estar en México al perfilarse ambos personajes para gobernar el país vecino, toda vez que son públicas y notorias las posiciones anti migratorias y críticas en contra de México de ambos personajes, por lo que ya desde hoy el próximo gobierno deberá estar tomando providencias para hacerle frente a esa situación.
Y si eso fuera poco, todavía hoy los maestros seguimos sin entender qué va a ser de la educación el sexenio próximo, cómo es que ella se va a llevar a cabo si al frente va a estar un personaje cuyo perfil se identifica a plenitud con las corrientes reaccionarias que impulsaron las reformas neoliberales de los años anteriores y con quien, nosotros los maestros (en servicio y jubilados) nada, absolutamente nada tenemos que ver. ¿Por qué tirar así al bote de la basura la educación del país? ¿Desde hoy tenemos que comenzar a levantar nuestras campañas de descontento y rechazo?
Es decir, si algo caracteriza a las transiciones sedosas es la prolongación de los conflictos de todo tipo que obligan, por un lado, a luchar incansablemente por los derechos de los marginados de la sociedad (campesinos pobres, obreros, sectores marginados de la clase media, universitarios, maestros y profesores, indígenas), en tanto que, por el otro, también luchan incansablemente los sectores privilegiados de la sociedad por incrementar sus beneficios, pues para ellos la acumulación es insaciable.
Sociedades que siempre están en ebullición, las de transición sedosa, son sociedades que no fácilmente pueden ser gobernadas. ¿O no, AMLO?
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada