FRANCISCO RODRÍGUEZ
No es transición; es imposición
La quiebra del Estado nacional, la crisis de confianza en las instituciones y el rompimiento del tejido social hasta llegar a un país francamente polarizado y sin esperanzas debe mucho de sus orígenes a las fallidas transiciones del poder desde que tenemos memoria hasta nuestros días. Las ficciones elaboradas al respecto por las camarillas de turno así lo constatan.
Pasa lista el engaño: un país maravilloso en el que lo único que cambió fue la cantidad de personas sentadas en las sillas de mando que antes ocuparon otras de diferente compromiso, pero idéntica catadura. Transferencia o sustitución, no alternancia, provocada por un fenómeno holístico en el que los medios de comunicación tuvieron demasiado que ver.
Hicieron creer a la población que, de un día para otro, iba a amanecer más rica, más democrática, más poderosa, más informada, gracias al empoderamiento de capillas políticas que sólo vinieron por lo suyo: a robar, según ha quedado demostrado hasta la saciedad, incluso por los mismos defensores de los diversos regímenes políticos.
Jamás cambió el truco: chango viejo no hace maromas nuevas. Se perpetuó el sistema del engaño en el que más que el cambio de régimen, el país perdió la cabeza, la capacidad del árbitro, el negociador, el conciliador, la última instancia, el ejecutor mágico de lo que no admite posposición o demora.
La estructura política del régimen siguió siendo la herencia de lo que habían logrado Benito Juárez, Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles. No cambiaron las instituciones, pero se erosiono al grado máximo su credibilidad y se aterrorizó y victimizó la pobreza rampante.
No cambiaron las pautas ni las conductas de los gobernantes, sino que su visión del mundo pasó a depender de las pocas luces de gerentillos y lacayos de empresas transnacionales, anteriormente sus testaferros. No cambió el poder real, solamente se perdieron los controles y se pulverizó su contundencia contra la emergencia.
No cambió nuestra ubicación en el mundo, sólo se empeoraron y envilecieron las relaciones diplomáticas con nuestros socios y vecinos, reduciendo el toma y daca a una cuestión de moche$ y favores personales, de sumisión y entreguismo extremo por parte de los mandarines locales, más falsos que una moneda de quince pesos.
No cambió el régimen de partidos, sino que las organizaciones y franquicias se sumieron en un profundo descrédito, librando innumerables guerras intestinas por la posesión de los presupuestos públicos y el apodo de entidades de interés público.
No se combatió jamás la corrupción, no se mejoró la seguridad. Al contrario, los próceres se hicieron cómplices con ambas. Creció la irritación social y los grandes factores de inestabilidad, como la guerrilla, el narcotráfico, el crimen organizado, los ajusticiamientos, las vendettas entre mafias autorizadas por el poder.
Sustitución de hampones en el poder
Hicieron retazos el país. El engaño agotó la esperanza. Hacía falta verdad, no los recurrentes papasales que llamaban planes de gobierno, pero que sólo eran unas aspirinas envenenadas a la conciencia popular. El anuncio de la rapiña y el anexionismo de siempre.
Papasales y documentos bufos de ficción donde se escondieron ocurrencias de ignorantes, ambiciones de déspotas, pasividad de ciudadanos que nunca supieron lo que se fraguaba tras bambalinas, tras los próceres de turno, siempre ajenos al concepto Patria.
Desfilaron en esas sustituciones del poder todos los hampones, desde los desmanteladores del Estado, los importadores de chatarra, los depredadores de la producción agropecuaria, de la industria y los servicios, hasta los aniquiladores del mercado interno, en función de sus apetitos de mercachifles dependientes del Imperio.
Pasaron los “coyotes” importadores de gasolinas, los hambreadores de las tiendas de departamentos y de conveniencia, los trasegadores de alimentos y los demandantes de moneda y sangre. También los asesinos que serán juzgados por delitos de lesa humanidad próximamente, cuando se descubran las verdades de los crímenes del narcotráfico.
Pasó el continuum presidencialista del inútil Vicente Fox y del beodo Felipe Calderón, que para el caso es lo mismo, ambos sometiéndose a los mismos cartabones de la abdicación del poder, que sumaron la baja estofa a la ambición desenfrenada. Convirtieron al país en una entelequia por demás inviable.
Los mandarines atracomulcas y pachuquitas sembraron las raíces profundas del miedo y del dolor. Es inenarrable su legado en unos cuantos párrafos. Es del tamaño de la culpa y la ambición desatada sobre nuestras costillas: maestros del crimen y el asalto.
El sexenio de Enrique Peña Nieto agonizó en medio del estupor y el asombro ciudadano. Las exequias fueron dolorosas y alentaron la memoria histórica del pueblo. Pero fue una liquidación expedita. Temeroso, francamente asustado por lo que le pudiesen achacar, le urgía dejar Los Pinos, y entregó los trastos antes de tiempo. Se encontró, en cambio, con la benevolencia ¿o complicidad? de su sucesor.
Gabinete: Tres de AMLO, tres de CSP
Y como los vacíos siempre se llenan, Andrés Manuel López Obrador hizo de su “sexenio” uno de casi siete años. Comenzó a tomar decisiones desde el momento mismo en el que en el INE se cantó su triunfo electoral.
No hubo transición en 2018. Fue una cesión absoluta del poder presidencial.
No sucede lo mismo ahora, pues AMLO usa y abusa del poder que le da el triunfo electoral de su candidata a plenitud. No lo quiere soltar y nadie sabe a ciencia cierta si lo dejará ir después del último día de septiembre, pues ya advirtió que de vez en vez vendrá desde “La Chingada” a darle sus vueltecitas (de tuerca) a su sucesora.
Claudia Sheinbaum, por su parte, ha dejado ver que, en esta transferencia del encargo presidencial, ella seguirá los lineamientos de quien será su antecesor.
El caso de Marcelo Ebrard es ejemplificativo. Pese a sus enfrentamientos con la candidata triunfante desde aquel fatídico accidente de la L12 del Metro y hasta después de que ella ganara las encuestas que disfrazaron el “dedazo”, le concedieron la cartera de Economía por el compromiso que, como “corcholatas” firmaron ante AMLO, para que uno de los “perdedores” de la amañada competencia ocupara una secretaría del Despacho. Los otros dos encabezarían las Cámaras al Congreso de la Unión, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, en el Senado y Diputados, respectivamente.
Alicia Bárcena, quien actualmente titula Relaciones Exteriores será secretaria de Medio Ambiente. Lopezobradorista en sus declaraciones y sumisión a las erradas y erráticas posiciones de AMLO en materia internacional exhiben el “padrinazgo” del todavía Presidente de la República.
Sucede igual con Juan Ramón de la Fuente quien representó al tabasqueño en la Organización de las Naciones Unidas y a quien el mismo ocupante de Palacio Nacional “recomendó” para que se hiciera cargo de organizar la transición de este al próximo sexenio.
Sólo en tres de los seis nombramientos dados a conocer el jueves no se observa la mano de López Obrador:
El primero sería el de Rosaura Ruiz, quien estrenará nueva Secretaría de Ciencias y etc., dado que fue colaboradora de “la doctora” en el gobierno de la capital nacional.
Julio Berdegué, quien será secretario de Agricultura también parece ser nombramiento directo de Sheinbaum, sin la intervención de AMLO.
Y en él área donde la “virtual Presidente Electa” sí debió de asesorarse fue en el de su Consejería Jurídica. Es peligroso y hasta contraproducente tener en el cargo a una delincuente –la SCJN dixit– como lo es Ernestina Godoy, pues lo mismo ha inventado delitos, como en el caso de los familiares políticos de Alejandro Gertz, que espió a contrincantes políticos y les abrió carpetas de investigación, que entregó pésimas cuentas al elevar hasta en 99% los casos impunes y el rezago en la Fiscalía capitalina.
Imposición… esta es la particularidad de esta transición.
Indicios
“Radio Pasillo” informa: que hay tirones entre el Presidente en funciones y la candidata triunfante por las titularidades en Gobernación y Seguridad Ciudadana. Quizá este jueves, cuando la señora Sheinbaum dé a conocer en bloque los nombres de otros integrantes de su gabinete se sepa si AMLO sigue y seguirá imponiéndose per secula seculorum, o si ella ya empezó a tomar las riendas de lo que será su gestión y si el tabasqueño ya está listo para irse a su rancho “La Chingada”. * * * Por hoy es todo. Mi reconocimiento a usted por haber leído este texto de opinión. Y como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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