Pablo Cabañas Díaz.
“Me suicido porque es domingo, porque ayer asistí a mi velorio, porque hoy estoy ocioso y de excelente humor”, expresó Luis Moncada Ivar en la carta-testamento que dejó a su hermano Carlos el 4 de marzo de 1967. Señaló, además: “Dejo la pistola a Sergio Lugo —no vale la pena empeñarla, maestro, es un arma barata—. Mi cuerpo a la Escuela de Medicina, y si hubiera sido posible mis ojos a Ray Charles”. Luis había nacido el 27 de julio de 1925 en la Ciudad de México, y fue el mayor de ocho hermanos escribió: “Un perro noctívago.” Dos ensayistas en los últimos años han dado a conocer su vida y su obra: Arturo Trejo Fuentes y Sergio Monsalvo. Moncada Ivar es el caso de una voz literaria prácticamente olvidada en el panteón de las letras mexicanas. Fallecido antes de cumplir 42 años, el escritor llevó una vida itinerante por varios países.
Moncada Ivar subrayó en su nota suicida encontrada el 5 de marzo de 1967, que “si hubiera que cargarle el muerto a alguien”, ese sería Henrique González Casanova (1925- 2004), quien años después sería profesor emérito de la UNAM y cuando vivía el escritor jurado del certamen literario de narrativa que convocó la revista La casa de las Américas de Cuba en la década de los sesenta, y cuyo voto fue decisivo para que no ganara el primer lugar.
El suicidio de Moncada Ivar fue un tema tabú en la vida de González Casanova a quien habiéndolo conocido por años, hasta que ahora, me voy enterando de este trágico suceso. González Casanova nos decía que se puso Enrique con hache por su admiración a Pedro Henríquez Ureña, al paso del tiempo me pude enterar dela verdad y fue porque tenía un tío del mismo nombre que trabajaba en la Secretaría de Hacienda y se les confundían los cheques.
Trejo Fuentes escribió en la “Revista de Universidad”un ensayo en el que menciona que a mediados de los años noventa del siglo pasado un grupo de amigos escritores y periodistas hizo una reedición de “Perros noctívagos”, por la sencilla razón de que, al leerlo, descubrieron un auténtico oasis en la literatura narrativa mexicana. El libro nos dice Trejo Fuentes, no tardó en agotarse y Luis volvió a quedar en la oscuridad. Fue su única obra publicada :singular, paradójica, en la literatura mexicana del siglo XX.