*Las personas decentes que hoy están en el gobierno, las que no son iguales porque no son corruptas, no mienten, no traicionan y son leales a toda prueba, resultaron peores que los integrantes de la mafia del poder, porque rescataron sus métodos suponiendo que nos dan de comer en sus manos, gracias a los plásticos del bienestar
Gregorio Ortega Molina
En cuanto inicien los dimes y diretes legislativos motivados por las iniciativas de reforma constitucional de AMLO, la confrontación verbal se recrudecerá día a día, y de ahí a la violencia en contra de los candidatos al Congreso; crecerá porque serán los culpables de no llevar a los mexicanos al nirvana que la 4T ha preparado para ellos.
Muy lejos de querer encorsetar a Claudia Sheinbaum, la estrategia mediática y de proselitismo político de AMLO está encaminada a crear las condiciones necesarias para sacar las botas militares a rayar el pavimento, y, por qué no, declarar que no podrán realizarse las elecciones. Es la provocación, y crecerá a partir del primero de marzo.
Cuando muy orondo el presidente de la República decidió doblar la apuesta, estaba yo dedicado a la lectura de Personas decentes, donde Mario Conde, policía y aprendiz de novelista, nos conduce por el antes y después de la Revolución Cubana, para que nos percatemos de que los crímenes, la violencia, la actitud de políticos insolentes, es idéntica con uno u otro régimen político y administrativo. Los hombres del poder no cambian, porque los ciudadanos, la sociedad, nos negamos a ser diferentes y exigir nuestros derechos.
Lo apuntado por Leonardo Padura es claro, lo suficiente:
-El dinero fácil nos ha pervertido -dijo y agregó-: El problema, Saborit, es que, si incluso los líderes de la épica libertadora que debían ser los espejos de la virtud republicana se han corrompido, entonces no debe haber nada más perverso que el dinero y las finanzas, y nada más amenazante para la dignidad nacional que las muchas oportunidades de ganarlo con todas las trampas que hemos inventado.
Así es como se ven los cubanos antes del castrismo -según Padura-, pero lo que reflexiona después Mario Conde, el guardián de la virtud revolucionaria, es para asustar: “El rescate de la imagen de los represores, ¿era una señal del rescate de sus métodos? El solo hecho de pensarlo podía provocar pavor”.
Las personas decentes que hoy están en el gobierno, las que no son iguales porque no son corruptas, no mienten, no traicionan y son leales a toda prueba, resultaron peores que los integrantes de la mafia del poder, porque rescataron sus métodos suponiendo que nos dan de comer en sus manos, gracias a los plásticos del bienestar.
Con que, ¿cuáles reformas constitucionales? Lo que le interesa es la confrontación, seguro de que así ganará.
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