Por Mouris Salloum George
Los mayores problemas de México siguen complicándose. Es el caso de la inseguridad pública, con el cobro generalizado de extorsiones y las cotidianas masacres. Estas sumaban arriba de 176 mil ejecuciones al iniciar el candente año electoral 2024, colofón del vertiginoso sexenio de la autodenominada 4ª. Transformación.
En tal situación de agravamiento se encuentra el fenómeno migratorio que inunda al país desde principios del sexenio, con la llegada masiva de indocumentados que buscan llegar a los Estados Unidos. Se estima, con datos oficiales, que hay al menos un millón y medio de extranjeros deambulando en las distintas regiones del territorio nacional, muchos con la esperanza de que en algún momento puedan brincar al otro lado para vivir su sueño americano.
Asimismo, la crisis del campo mexicano por la prolongada sequía, sigue sin solución a la vista; en parte por la corrupción del organismo rector (Segalmex), y por la violencia de los grupos criminales. Por tales factores el país sigue importando el 50% o más de sus granos básicos; sin esperanzas de que la anhelada autosuficiencia alimentaria se convierta en realidad en el corto plazo.
En paralelo a los problemas del campo, se agrava el deterioro ecológico del país por la contaminación de sus ríos y lagos y por la tala imparable de sus selvas y bosques.
Ante esos y otros graves problemas no se ve mayor preocupación de la clase política mexicana por ocuparse de la agenda nacional. Los dirigentes están abocados a promover sus intereses partidistas y personales.
El valioso tiempo mexicano se consume en rebatingas y acuerdos cupulares que siguen su propio calendario, postergando a conveniencia personal y de grupo los grandes acuerdos que México requiere para encarrilarse sobre las vías del progreso.
En medio de las desavenencias domésticas, algunos liderazgos locales se abren paso, a pesar de todo. Son la fuerza inspiradora y el ejemplo a seguir.
Mientras tanto, otras naciones del orbe marchan a un ritmo imparable. Son los emergentes liderazgos hacia el nuevo orden global. Aunque buscan sumar al país azteca en acuerdos comerciales o de cooperación para el desarrollo, la clase política mexicana se distrae en sus ambiciones personales.
No estaría mal si entre tales afanes brillara la inteligencia y la voluntad de resolver los problemas nacionales. Lo que resalta son los enfoques cortoplacistas y el empeño en quedarse con los despojos.
Este 2024 de relevo presidencial debiera ser la oportunidad para el replanteamiento de expectativas nacionales y partidistas, con visión de progreso incluyente; una puerta para el reencuentro entre mexicanos.
Por lo pronto -lo previsible-, México asiste a otro capítulo de su tragicomedia electoral sexenal. Con campañas llenas de mentiras, de promesas irrealizables, de ataques políticos, de cinismo inimaginable con llamados hipócritas a fortalecer la democracia que pisotean sin rubor.
En medio del río revuelto, ganancia de pescadores. Los poderes fácticos ya no tan ocultos, trabajan para afianzarse en la histórica fecha, al margen de la legalidad.
Demos paso a la verdadera y urgente agenda nacional que posicione a México en el contexto internacional como un socio protagónico y confiable. Todos los esfuerzos valen y es el único pasaporte a un futuro mejor para todos.