Pablo Cabañas Díaz
Se llamó Carlos Castaneda (1925-1998), su obra marcó a la generación que vivió en los años setenta del siglo pasado. “Las enseñanzas de don Juan”, describe las experiencias de Castaneda con don Juan Matus, un brujo que lo habría iniciado en los secretos de los hongos alucinógenos. Castaneda fue un antropólogo que vendió 30 millones de libros en 17 idiomas. Escribió uno de los mayores bestsellers, de todos los tiempos sobre las enseñanzas recibidas de un antiguo linaje de brujos yaqui. No fue una editorial comercial la que publicó esa obra sino la prestigiosa editorial de la Universidad de California (UCLA). Para una editorial de tirajes bajos, este texto representó importantes ingresos, prestigio y además de ser reconocida por haber dado la oportunidad a un académico de trascender a nivel mundial.
El libro nació como un trabajo académico encargado por el catedrático Clement Meighan. El profesor quedó tan impresionado que le propuso convertir su trabajo escolar en un libro. Nadie exigió jamás a Castaneda, notas, fotos o grabaciones con don Juan Matus que probasen su relato.Lo increíble fue que le dieron un doctorado por su tercer libro: “Viaje a Ixtlán”. En total escribió 13 libros que fueron éxitos en ventas.
Castaneda, hasta la publicación de “Las enseñanzas de don Juan” sus ingresos económicos eran escasos y su vida llena de sacrificios. Las editoriales ganaron millones con sus libros afirmando que no era importante si lo que contaba era “real o una alegoría”. Para sus seguidores, era más que un antropólogo, era un mesías. Los brujos no mueren, se queman por dentro. Eso aseguraba Don Juan, el personaje que creó.
Cuando falleció a causa de un cáncer en 1998, muchos de sus adeptos, que habían gastado fortunas en sus cursos de “ten seguridad” – o “pases de energía”-, se negaron a creerlo: En uno de sus últimos libros, “La otra realidad”, Don Juan le confía al antropólogo que el último paso es dar “un salto al vacío” para acceder a una realidad superior. En esas conversaciones con su maestro, reanuda su pugna por asimilar el conocimiento arcaico que hace del mundo un lugar pletórico de maravillas y misterios, poblado por entidades extrañas -imágenes arquetípicas, concreciones de energía telúrica-, que permite al iniciado vivir una vida verdadera y ganar poder sobre las cosas.