sábado, diciembre 28, 2024

Rusia, Europa y la dependencia occidental malsana

Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia

*Londres, refugio seguro para el dinero ruso.
*Los oligarcas se estacionaron en esa capital.
*Pocas preguntas sobre el origen de las riquezas.
*La amenaza de Rusia sobre Ucrania se incubó desde 2014.
*Roger Malone evoca ejemplos y recuerdos de la antigua Yugoslavia.

En 2014, a pesar de que había un conflicto bélico prolongado en la región oriental del Donbás -en Donetsk y Lugansk-, Alemania y ciertos integrantes de la Unión Europea (UE) se encerraron en una dependencia malsana del gas ruso.
Un año después de la invasión y toma de Crimea, en marzo de 2015, se aprobó la construcción de un nuevo oleoducto, el Nord Stream 2, para impulsar el suministro de energía a través de ese polémico gasoducto que va de Rusia a Alemania
Antes de ser electa primera ministra de Gran Bretaña -cargo efímero en el que duró solamente unas semanas-, Liz Truss había hablado de la “complacencia” refiriendo también que se afectaba a su propio país, que ya entraba en una crisis económica incontenible e incontrolable con un nuevo jefe de gobierno.
“También -precisa el periodista Víctor Cavanov- hay que decir que Londres ha sido un refugio seguro para el dinero ruso desde que John Major fue primer ministro, cuando los oligarcas rusos se estacionaron en esa capital”.
Y añade que colocaron miles de millones de dólares en bancos británicos, lavaron su dinero, compraron clubes de futbol, yates y mansiones lujosas, socializando alegremente con ciertos políticos, a quienes donaron fondos para sus campañas.
Se hicieron pocas preguntas sobre el origen de sus vastas riquezas, adquiridas sorpresiva y repentinamente, y así no debe ser, fustiga el corresponsal argentino Cavanov, para rematar con una frase contundente:
“Las democracias occidentales no han prestado atención a la naturaleza de la amenaza de Rusia que, desde 2014, había estado incubando una guerra civil absurda en la región ucraniana oriental”.
Otros analistas establecen que Vladímir Putin también ha sido complaciente, como Roger Malone, comentarista de Independent Television (ITV) de Londres, quien asegura que el presidente ruso creía que Occidente estaba en declive crónico, debilitado por la división interna y el rencor ideológico: ”Vio la elección de Donald Trump y el Brexit como una prueba de ello”, dice.
En medios noticiosos y académicos hay consenso en torno al surgimiento de gobiernos autoritarios de derecha en Polonia y Hungría, una prueba más de la desintegración de los valores e instituciones liberales, y la humillante retirada de Estados Unidos de Afganistán, prueba de un poder menguante que se retiraba del escenario mundial.
Malone deja en claro que Putin malinterpretó lo que estaba sucediendo en sus fronteras, negándose a creer que una serie de levantamientos democráticos en las ex repúblicas soviéticas -Georgia (2003), Ucrania (2004-5) y Kirguistán (2005)- pudieran ser expresiones auténticas de la voluntad popular.
Como cada una tenía por objetivo eliminar a los gobiernos pro-Moscú corruptos e impopulares, al Kremlin le pareció evidente que se trataba del trabajo de las agencias de inteligencia extranjeras, los estadounidenses y los británicos en particular: el avance del imperialismo occidental en un territorio que era legítima e históricamente ruso.
En otra opinión, el analista de ITV destaca que el autócrata ruso no ha logrado comprender a sus propias fuerzas armadas: “Ahora está claro que esperaba que su “Operación Militar Especial” terminara en unos días”.
La incompetencia militar de Rusia ha asombrado a muchos expertos en seguridad occidentales. trayendo ecos de una guerra más pequeña, más manejable, pero no obstante cruel y devastadora, en la antigua Yugoslavia.
En 1992, los nacionalistas serbios iniciaron una guerra para estrangular al recién nacido Estado independiente de Bosnia, bajo el argumento de que la identidad bosnia era falsa, que los bosnios no tenían legitimidad histórica, que en realidad eran parte de Serbia.
“Es exactamente la visión de Putin sobre Ucrania”, establece Roger Malone, y añade que, al igual que Rusia en la actualidad, las fuerzas serbias disfrutaban de una abrumadora superioridad militar; pero con frecuencia se paralizaron en aquellas zonas donde los bosnios ofrecían resistencia.
“Parecían incapaces de apoderarse de pueblos o ciudades, poco dispuestos a luchar calle por calle, en el terreno”.
Los defensores bosnios estaban inicialmente mal equipados: “Recuerdo a niños con zapatos tenis en las trincheras de Sarajevo con un fusil de asalto soviético AK-47 cargado entre tres; pero defendieron su capital durante casi cuatro años”, recuerda Roger Malone como despedida.

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