Roberto Vizcaíno
Mi amigo y jefe Gustavo Carvajal Moreno, comentaba que entre sus innumerables anécdotas que le tocó vivir como presidente del PRI en el sexenio de José López Portillo, que hizo para poder lanzar a Alfredo del Mazo González como candidato a gobernador del Estado de México.
Recordaba que respetuoso de las liturgias tricolores, López Portillo le pidió ver a Miguel de la Madrid para que este le dijera quien debía ser el candidato a ese estado.
“… eso ya le corresponde decidirlo a Miguel”, le dijo.
Y Gustavo se fue a preguntarle a De la Madrid. El colimense respondió: que sea Alfredo del Mazo.
El problema era que Del Mazo González, aparte de ser muy amigo de De la Madrid –quien llegó a decir que el de Atlacomulco era “el hermano que nunca tuve”-, no tenía carrera política.
Había pasado del sector bancario privado directo a ser director del Banco Obrero y nada más.
¿Cómo lanzar su candidatura al Estado de México, el más deseado y competido entre los duros priístas mexiquenses de aquel momento con un curriculum político en ceros? ¿Cómo lo iban a aceptar Carlos Hank González, Fidel Velázquez, Jorge Jiménez Cantú, Gustavo Baz y el resto de los duros y experimentados integrantes de aquel Grupo Atlacomulco? ¿Cómo colarlo entre el resto de priístas distinguidos de aquel momento?
Carvajal le dio y dio vueltas hasta que encontró el camino.
“Hice la lista de los más importantes priístas mexiquenses y en octavo sitio metí a Alfredo”, recordaba.
Y se fue a consultar a los mexiquenses ilustres y poderosos. Y todos ellos vetaron a sus enemigos. Ninguno se opuso al nombre de Alfredo del Mazo González. Simplemente lo consideraban inviable y ninguno siquiera lo mencionó. Creyeron que era de “relleno”, un halago para la memoria de su padre Alfredo del Mazo Velez, exfundador del “Grupo Atlacomulco” junto a Isidro Fabela.
“Cuándo me reclamaron y mentaron la madre por esa jugada, yo les respondía: ¡Ustedes nunca lo ventaron!”
RICARDO Y LA MENTE TORCIDA DE AMLO
Hace unos días, un amigo mío de toda la vida, en una mesa de periodistas de aquellos años, para mi gusto el más experimentado comunicador en el sector público, preguntaba si conocíamos a un presidente con más experiencia política que la de Andrés Manuel López Obrador.
Niguno de los comensales lo cuestionó.
Andrés Manuel López Obrador es sin duda el más retorcido y mañoso que haya existido desde Luis Echeverría coincidimos.
Conociéndolo, yo hice hace meses una reflexión.
¿Y si el as bajo la manga de AMLO dentro de su juego de sucesión no es Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López sino Ricardo Monreal?
¿Qué tal si su estrategia es justamente mantenerlo al margen de su lista para cuidarlo?
Monreal cumple con todos los elementos del desconfiado y celoso López Obrador en cuanto a lealtad, confianza, honestidad, militancia a su lado.
Pocos pueden preciarse de eso. Monreal ha caminado al lado de López Obrador desde hace 25 años y ha operado para él en varios niveles esenciales. Y ha vivido así grandes fracasos y decepciones. Sus anteriores derrotas presidenciales.
No sólo eso, como coordinador de la mayoría de Morena en el Senado y principal concertador de las grandes reformas legislativas de AMLO, el zacatecano no ha perdido ni una.
Pero lo más importante creo yo ha sido que a pesar de que Monreal se autolanzó y ha insistido una y otra vez que él estará en la boleta, el mandatario lo ha respetado y no lo ha eliminado de la carrera presidencial.
Monreal mismo ha dicho que AMLO podría haberlo eliminado ya con sólo decir que él no confía más que en sus tres corcholatas.
Pero eso no ha pasado, sino que anteayer AMLO comentó, como no queriendo:
“Los posibles candidatos nuestros son tres… y puede ser que haya dos más, cinco… los que quieran inscribirse, pero hay tres y pueden dos más, Ricardo Monreal, (y Gerardo Fernández) Noroña”.
Es decir, ya lo metió en la contienda… y posibilidad de ser su sucesor.
¿O no?
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