miércoles, abril 24, 2024

TEMAS CENTRALES Sin alianzas no hay victoria

Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx

Celebrada ya la jornada electoral en los estados de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz y recuperados del susto que unos les dieron otros, ante una competitividad mal calculada que estuvo a punto de costarle al PRI la pérdida de su hegemonía en el gobierno mexiquense, todos los partidos políticos, o casi, concentran su atención en la madre de todas las elecciones de 2018.

La elección presidencial del año que entra, a partir de ahora,  mantendrá ocupados a los partidos grandes, al menos a tres, PRI, PAN y PRD, con la  preocupación por resolver dos enigmas vitales: cómo elegir un candidato sin poner en riesgo la unidad interna y con quién formar la alianza más competitiva. No es el caso de Morena que el primer enigma lo resolvió desde su fundación como partido y el segundo, con los ultimatums de su fundador, líder y candidato único, durante la elección del Estado de México.

Por su parte, los partidos pequeños estarán  calculando con quién les convendrá hacer alianza para no correr el riesgo de perder su registro. Saben bien que por sí solos difícilmente podrían alcanzar el mínimo que la ley requiere para mantenerse en el escenario político electoral, pues son instituciones de coyuntura, sin respaldo popular, pero, a fin de cuentas, un buen negocio.

Con miras a la elección presidencial, algunas alianzas se consideran casi amarradas, como la del Partido Verde (PVEM) con el tricolor, que a lo largo de este sexenio han participado unidos en la mayoría de los procesos electorales y la del Partido del Trabajo (PT) con Morena, que ante el ultimátum tabasqueño, encontró la oportunidad de subirse al proyecto pejista y así poner a salvo su registro. Los otros partidos pequeños no tienen definidas sus preferencias.

El Partido Nueva Alianza (PANAL), es una institución veleidosa, por lo que resulta difícil adelantar con quién irá del brazo en el 2018. Esta organización lo mismo ha participado aliado con el PRI que con el PAN o el PRD (elecciones en el DF, 2015). Además de que en la pasada elección del Estado de México, si bien, el PANAL fue en alianza con el PRI, su fundadora, la maestra Elba Esther Gordillo y otrora lideresa de ese partido, envió un mensaje de apoyo a Morena, lo que seguramente causó confusión entre su militancia.

El Partido Encuentro Social (PES) también toma rumbo según sopla el viento de la oportunidad. Ha hecho alianzas con el PRI y con el PAN, indistintamente, inclusive, en la misma jornada electoral (en el Edomex fueron con el PRI y en Coahuila con el PAN). Su aportación en votos es mínima, pero se vuelve estratégica cuando la elección se cierra y, entonces, el PES adquiere una importancia insospechada. Ante este escenario, no resulta fácil decir con quién irá en la elección presidencial, aunque la duda estará entre el PRI y el PAN.

El Partido Movimiento Ciudadano ha experimentado alianzas con varios partidos, excluido el PRI. Aún considerándose un partido de izquierda, por lo que sus aliados naturales y más frecuentes han sido el PRD y el PT, también lo ha hecho con el PAN. Su fundador, Dante Delgado, unas veces le hace ojitos a Morena y otras le da la espalda. Su relación con Andrés Manuel López Obrador no parece atravesar por su mejor momento, no obstante sería un error descartar de plano una alianza para la presidencial entre estos dos institutos, porque este Movimiento Ciudadano se irá finalmente con el partido de la oposición al que le vea más posibilidades de triunfo.

Hoy por hoy los partidos ejes son el PRI, el PAN y Morena. El PRD ha perdido fuerza y posicionamiento, ante sus guerras internas que lo han desgastado y, como fuerza política, lo han mandado hasta un cuarto lugar, después de haberle disputado al Revolucionario Institucional, al tú por tú, la presidencia de la República.

Este partido podría ser el eje de una alianza de izquierda, que lo podría reposicionar en el escenario político, de contar con un buen candidato que sumara, además, el voto de los apartidistas. Sus pugnas internas por el control del partido, sin embargo, alejan cualquier esperanza de unidad interna, además de la profunda fractura que significó Morena para las Izquierdas o lo que queda de ellas.

Otra posibilidad para este partido es la que ha estado trabajando su dirigencia con el PAN, para la formación de un frente amplio oposicionista, cuyo objetivo sería derrotar al PRI. Las alianzas entre estos dos partidos no son nuevas y, aunque no parece la mejor combinación ideológica, en varias ocasiones han resultado electoralmente exitosas al vencer a los candidatos tricolores. Eso sí, no pocas veces con candidatos provenientes del mismo PRI. Sobre estas alianzas habría que señalar que el verdadero ganancioso ha sido el partido blanquiazul, pues una vez en el poder, sus candidatos no han otorgado posiciones al perredismo, en el caso de las gubernaturas.

La experiencia histórica indica que, en 2018, ningún partido podrá alcanzar la máxima victoria, si no participa en alianza. Así que todos estarán disputándose a los partidos pequeños para sumarlos a su causa. Sin embargo, resulta complicado armar alianzas cuando no se conocen los aspirantes a las candidaturas lo que es fundamental para conciliar, negociar, consensuar y sumar.  Además de que  cada vez  el electorado vota más por el candidato que por el o los partidos que lo postulan.

Contra lo que en alguna ocasión sentenció Jesús Reyes Heroles, al frente del PRI, en tiempos de sucesión presidencial, que primero sería el programa y después el hombre, nuestra sui generis y terca realidad política ha impuesto, por lo menos hasta ahora, que primero sea el hombre y luego el programa, porque, aunque no sea lo mejor, son los candidatos los que deciden el programa de gobierno. ¿Alguna duda de que cada Presidente ha seguido su propio programa?

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