martes, abril 16, 2024

LA COLUMNA: Stress pectoral y electoral

Ilustrativa/ Foto: Archivo

Por Ramón Ojeda Mestre*

¡Lo logramos! Aleluya. Bravo. Hemos hecho, que, a cien días de las elecciones, ya todo el mundo esté harto del machacante y telenovelero tema electoral. Lo diré despacito o, como dice Luis Fonci: Despacito, ya le llenamos el buche de piedritas a todos los leyentes, oyentes y creyentes con nuestras peroratas electoreras. Ya lo frivolizamos, lo trivializamos, lo judicializamos o notirojizamos. La farsa aberrante que fijan la normatividad electoral y el INE de que estamos en intercampañas, no fue más que un intersticio o limbo para que todos anduvieran en campaña disfrazada. Soporífero.

El hastío es pavorreal que se aburre de luz en la tarde cantó en inmortal e inmoral Agustín Lara en aquel famoso bolero del nombre aplicable a este Nembutal sufrágico. Ya a una parte importante de la población abstencionista se le podría decir esa estrofa:

“Has perdido la fe y te has vuelto medrosa y cobarde; el hastío es pavo real que se aburre de luz en la tarde”. El respetable padece hartazgo de noticias electorales o de competencias partidistas. Tanto que en las primeras planas el asunto se fue haciendo chiquito como el Baygón verde.

Tanto, que la mayoría de la población ya no vota, se aleja de la urna y de ir a depositar su óbolo candidatil. Podemos decir que en ese desprecio es la abstención la que gana las elecciones, pues con su omisión logra la mayoría silenciosa, indecisa y enigmática. Tal vez nos repite cortante, lo que Lady Silvia Brums de Arencibia le espetó a Elías Pérez Seltz, “Zambombo”, en la inmortal novela de Enrique Jardiel Poncela “Amor se escribe sin hache”: Me aburro. Y con ese “ME ABURRO”, electrocutante, me temo que los sufragistas se van haciendo menos y la distancia entre los dos, gobierno y pueblo, se va haciendo cada día más grande, como nos flagelara José Alfredo Jiménez en La Retirada.

La sorpresa, de que la contienda es por el segundo lugar, ya francamente hostiga. Empalaga. El concurso de a ver quién es más desaseado o más supcio, ya tampoco divierte a las galerías. Todos acusándose de falta de asepsia, de pecados capitales, de pasados tormentosos y mugrientos, o de porvenires terroríficos, al principio despabiló un poco a la clientela, pero ya para estas fechas la película se ha convertido en un Déjà vu de tres personajes: el aburrido, el desabrido y el reiterativo o, visto térmicamente: el helado, el frío y el cálido.

El asunto no es de entidad menor, puesto que a estas alturas deberíamos estar, todos, discutiendo a fondo el plan de gobierno, el pomposamente llamado “Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2024”, para que, llegara el que llegara o el que todos creemos saber, pueda tener un instrumento básico para analizar del 2 de julio al 30 de noviembre y poder mandarlo al congreso en diciembre y que se empiece el sexenio con plan y no como ha sucedido y puede ocurrir que empiezan “vendiendo nieve sin bote” ya que el actual fue promulgado hasta el 20 de mayo de 2013, imagínese, arrancamos el sexenio sin rumbo ni calendario, lo que mal empieza, mal acaba.

Otros, con una indignidad que agravia a toda nuestra nación y ética, apuestan al cariño comprado, al voto centaveado o, por la vía no idónea del trueque, por un bulto de cemento o un utensilio, la prostitución pura de la democracia. Afortunadamente la inmensa mayoría de los jóvenes, no se venderán, por humildes u opulentos que sean. Al tiempo.

No caigamos en el mito de Sísifo o de Penélope. Hagamos algo más que nota de color en este grave periodo transido de tragedia y de retos infinitos. Como escribió García Márquez en su obra novelesca y Nobelesca: “las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra”. Ya lo dijo el hombre de la Reforma: Ahora o nunca, señor Presidente.

*Doctor en derecho ambiental y consultor de la ONU en la materia, columnista invitado.

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