martes, abril 23, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Cárceles : Asignatura pendiente

Pablo Cabañas Díaz

 

Tras un operativo de revisión y traslado de reos, fueron reportados disturbios en el penal de Topo Chico, Nuevo León.  Ahora según el vocero de seguridad Nuevo León, Aldo Fasci, el conflicto se originó por “un rumor que nació en la calle para desestabilizar el penal”, de que un grupo de internos, integrantes de un cartel originario de Reynosa, quería apoderarse del control del penal.

 

En marzo de este año, en el  penal de Aguaruto, Sinaloa se fugó el hijo de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, ahí  opera en medio de la corrupción, fragilidad en su esquema de seguridad y los internos gozan de lujos. Imágenes de las cámaras de video de esa prisión muestran a los reos con teléfonos celulares, consumiendo marihuana y cocaína, con pantallas de plasma en sus habitaciones, salas y con sexoservidoras. En una de las fotos se observa a varios reos usando teléfonos móviles, lo cual está prohibido por la ley y reglamentos del propio penal. En otras se observa a mujeres que ingresan y, según las fuentes estatales consultadas, se trata de sexoservidoras. De acuerdo con autoridades de la entidad, en otra de las fotografías un individuo está presuntamente consumiendo cocaína.

 

En redes sociales se ha mostrado en las últimas semanas imágenes de una “narcofiesta” en una cárcel de Jalisco, donde decenas de presos toman alcohol, comen y disfrutan de un concierto en directo, y con un video de reos maltratados y obligados a limpiar vestidos con ropa interior femenina. Además, todavía queda en la memoria colectiva las dos espectaculares fugas en 2001 y 2015 de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.

 

La crisis de las prisiones mexicanas es de tal magnitud que al  menos el 65% de las cárceles mexicanas a cargo de los estados se encuentran bajo el dominio de bandas delictivas, según señala un estudio de abril del 2017 publicado este lunes por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados de México (Cesop). El estudio, titulado “Los centros penitenciarios en México, ¿centros de rehabilitación o escuelas del crimen?”, asegura que 189 de las 291 penitenciarías cuyo manejo es responsabilidad de cada uno de los 31 estados que componen el país son prácticamente manejados por estos grupos y que el 51% de las cárceles del país están superpobladas, especialmente en los estados de México, Jalisco y Puebla, y la Ciudad de México. En promedio, conforme lo consigna el documento, se presentan por día tres riñas, dos agresiones violentas y un homicidio.

 

De acuerdo con el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2016, realizado por la CNDH, donde visitó 131 prisiones estatales, varoniles, mixtos y femeninos las deficiencias detectadas con mayor incidencia se refieren a la separación entre procesados y sentenciados, deficientes condiciones materiales, equipamiento e higiene de las áreas de dormitorios, sanciones, cocina y comedores. Estas irregularidades se encontraron en 102 de los 131 reclusorios visitados.

 

En México existen 372 centros penitenciarios estatales y municipales, de los cuales casi la mitad, 178, tienen sobrecupo y de éstos hay diez cuya capacidad está rebasada entre un 300 y 600%.  La mayoría de los penales  estatales con sobrepoblación, el 75%, alberga tanto a reos locales como federales. En cambio, existen 17 centros penitenciarios federales con capacidad para 33 mil 888 internos, pero ninguno está ocupado en su totalidad. En total, hay 244 mil personas presas en todas las cárceles del país, las cuales tienen espacio para 209 mil 481 reos. Esto significa, que hay 34 mil 709 personas presas en condiciones de hacinamiento.

 

El 62% de las personas presas por un delito local ya recibió una sentencia condenatoria. En cambio, menos de la mitad de los reos del orden federal, 49%, recibió una condena, por lo que siguen presos con su proceso abierto. En 42 de los centros estatales persiste sobrepoblación, lo que genera otro tipo de problemas, que afectan su funcionamiento, y en 57 de las cárceles locales supervisadas hay hacinamiento, con áreas de rebasan de manera importante su capacidad. Cifras y datos que mu

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