Teresa Gil
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Se agudiza la violencia contra las personas de la tercera edad y hay miles de denuncias que de acuerdo al Instituto para la Atención de los Adultos Mayores, se concentra primordialmente en cuestiones sicológicas. Por otra parte, en la Ciudad de México – y se extiende a otras ciudades del país-, hay adultos mayores que solicitaron su pensión alimentaria desde hace tres años -a la que tienen derecho de acuerdo a 8 normas diferentes- y no la han recibido. Cuestiones presupuestarias es la respuesta oficial. Curados en salud, lo han subido a reglas que han creado, pero la ley es la ley y la aplicación de un derecho no puede ser sometido a selección, menos si a otros en las mismas condiciones se les está aplicando. De acuerdo al calendario de la ONU 1982, el día del adulto mayor fue fijado el 28 de agosto de cada año. Pero aquí las fanfarrias empezaron a sonar desde hace algunos días. El adulto mayor es un elemento indispensable para los políticos, más cuando descubrieron su magia de estimular la imagen del funcionario en turno. En México hay alrededor de 14 millones de personas mayores de 60 años, que de acuerdo a la clasificación internacional para los países pobres, son considerados adultos mayores. En los países ricos esa categoría se fija a partir de los 65 años. Incluir a esas personas en los programas de gobierno puede rebasar las de cualquier otra edad – a excepción quizá de los infantes-, por todo lo que la asistencia social ha diseñado para ellos, pensión alimentaria, salud especializada, deporte, cultura, distracción, empleos, viajes turísticos, ventas empresariales con descuentos, refugios, etcétera. Todo es redituable. A grandes rasgos parecería un paraíso, pero no lo es, sobre todo para las mujeres que son las más afectadas por la violencia familiar y la explotación en labores del hogar. De los adultos mayores que tienen pensión por trabajo, el 71.6 por ciento son hombres, en tanto que las mujeres jubiladas representan el 26 por ciento. La pensión alimentaria que les toca a estas últimas, no equilibra lo que ambos sexos reciben. Debería de haber, aparte, otra pensión por trabajo casero. En los hogares se ve que pese a la edad, mientras las ancianas siguen laborando en un porcentaje de 62.7 por ciento, los hombres lo hacen ¡3.7 por ciento! Son datos oficiales.
NO HAY DINERO PARA TODOS LOS VIEJOS; PARA LOS LUJOS SI
En la capital están pensionados 525 mil adultos mayores de 68 años, de los cuales 62 por ciento son mujeres y 38 por ciento son hombres. De acuerdo a José Ramón Amieva, actual jefe de gobierno los 7 mil 586 millones 460 mil pesos de presupuesto para esas pensiones, no alcanzan para cubrir todas las que están pendientes ¿y de donde pensaba sacar dinero Miguel Ángel Mancera para levantar el memorial de los sismos que fue parado abruptamente ante las protestas?, ¿del dinero de las pensiones -como lo hicieron con el dinero de las afores en el aeropuerto- o de los fondos para damnificados de los sismos? Para el memorial se iban a invertir 14 millones de pesos, pero había otros rubros, gastos innecesarios que distraían el presupuesto de la capital. En el inicio de su campaña, la ahora jefa electa de la ciudad Claudia Sheinbaum, se refirió a un ahorro de 25 mil millones de pesos que Mancera invirtió en sus seis años de gobierno al crear 500 puestos de alto nivel. Mencionó otros ahorros similares que serán destinados a promoción de programas sociales, en los que estarán probablemente el pago de pensiones a adultos mayores y otros beneficios para ese sector.
ESCRITO PRIVADO DEL SILVA HERZOG CARDENISTA. HOMENAJE A UN GRAN VIEJO
Ochenta y ocho años tenía don Jesús Silva Herzog, cuando me dio una entrevista que publicó en un suplemento sobre la Expropiación Petrolera, el diario Unomásuno en marzo de 1980. El fue uno de los promotores de esa expropiación como asesor de Lázaro Cárdenas. Me acompañaba el economista Luis Ángeles jefe por entonces de la sección económica de ese diario. Nos sentíamos ambos, como si fuéramos parte de la historia. Casi ciego, con un permanente sentido del humor, don Jesús nos recibió a ambos, nos contó anécdotas y en la entrevista habló de los avatares de aquel suceso histórico. Después nos regaló su libro De lo dicho y de lo escrito en el que se reúnen conferencias que dio sobre La cuestión de la tierra, La cuestión del petróleo, ensayos publicados en diversos medios y artículos con opiniones sobre la Revolución Mexicana como hecho histórico y 50 años después, así como del porfirismo y el neoporfirismo al que él coloca a partir de Avila Camacho, se consolida con Alemán y llega hasta Díaz Ordaz, según su opinión. Al respecto sostiene: “Las fallas del neoporfirismo fueron fundamentalmente las mismas, o casi las mismas que las del porfirismo: la concentración del capital en pocas manos, el otorgamiento de facilidades a la inversión directa de empresas extranjeras sin ninguna reglamentación y la distribución injusta, terriblemente injusta de la distribución del ingreso nacional, como si no hubiera habido una revolución cruenta que costara un millón de vidas humanas, por la guerra, la peste y el hambre”. El libro es una edición privada de 1977 no sujeta al público y al calce me puso una firma -también histórica-, que se diluyó por su ceguera, en un complejo garabato. Firma ilegible, con rayas de ida y vuelta que ahí está, como testigo de la historia. Me gustaría donar el libro a su familia.