Teresa Gil/
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La información sobre los expulsados de Estados Unidos abunda en personas de educación elemental que tendrán que integrarse al difícil campo laboral mexicano. ¿Qué sucede en cambio con los cerebros que huyeron raudos y veloces a ese país, asustados de los salarios raquíticos que en general ganan los doctorados y especialistas en México? La mínima sensibilidad debería de hacer que muchos de ellos retornen a su patria en estos instantes complejos. Pero es difícil. De acuerdo al Baker Institute, con datos publicados en 2015 por medios mexicanos, en Estados Unidos había en ese año 20 mil profesionistas con doctorado laborando en distintos sectores. Además, se incluía un grupo cuya estancia había sido pagada por CONACYT a través de las seis mil becas que se distribuyen en universidades del mundo y cuyos beneficiarios suelen quedarse en alto porcentaje en el país de estudio. Datos oficiales sostienen que 27 por ciento de los doctorados mexicanos están en el país vecino. Con nuestros exiguos presupuestos para educación hemos engrosado las filas de los bien portados en las arcas laborales del país del norte. Y a lo mejor les hemos enviado intelectuales orgánicos que ahora apoyan a Trump. Tesis de la UNAM sobre la contratación de ingenieros mexicanos hablan de la migración selectiva en la que se escoge a los trabajadores del conocimiento o “por méritos”, como dijo Trump ante el congreso estadunidense, al hablar de ese tipo de migración. Si bien, se aclara que los gringos suelen preferir a los que saben de computación y los puestos en los que en general quedan no son los de primer nivel. El rector de la UNAM Enrique Graue ha dicho que habrá una crisis universitaria con la llegada de un sector que requiere estudios universitarios, si se toma en cuenta que serán repatriados alrededor de 400 mil jóvenes en edad de estudiar. En la UNAM en fechas recientes, alrededor del 90 por ciento de solicitantes mexicanos fueron rechazados y los que recién lleguen, con todo y la solidaridad, no tienen porque pasar sobre las normas de examen y admisión que se aplica a los que se quedaron aquí. El rector reconoce que hay 7 millones de jóvenes en el interior, que no tienen acceso a la educación superior, de tal manera que el problema se complicará. La otra cara de la moneda son los datos que da el Centro de Estudios Monetarios de Latinoamérica (CEMLA), con información de Banorte, también publicados en su momento, de que en 2013 estudiaban licenciaturas y posgrados en Estados Unidos 393 mil mexicanos, 218 mil mujeres y 175 mil hombres.¿Donde están esos privilegiados cerebros en estos momentos cuando México los necesita? ¿Trump los retendrá? Personas e ideas, es el libro de entrevistas que Enrique Krauze publicó en 1989 en Vuelta ( La Reflexión, Editorial Vuelta S.A. de C.V.) para adentrarnos en el cerebro de 9 escritores, historiadores y pensadores, algunos disidentes, que quizá huyeron de sus patrias o fueron llevados por las circunstancias a otros países. Dos nos son cercanos en Amércia Latina. La vida de andariego de Octavio Paz, ya la conocemos. De Jorge Luis Borges hemos sabido de aquella adolescencia que se nutrió en la vieja Europa en plena guerra mundial. Los otros son Irving Howe, Isaiah Berlin, Joseph Maier, Leszek Kolakowski, Hugh Thomas, Emmanuel le Roy y Charles Hale. Como una cábala, concepto en el que descansa parte de la entrevista, hemos seleccionado a Borges. Krauze lo entrevistó en noviembre de 1978 en su paso por México, primordialmente en torno a Baruch Spinoza el filósofo nacido en Amsterdam en 1632. En una charla que va saltando hacia los temas mas inusitados, el escritor mexicano es llevado por la palabra de Borges que se mete a los recovecos religiosos, a cada pregunta divaga y da cátedra; de Heine hace un parangón con Wilde y !con Napoleón! Krauze insiste en Spinoza y él se va a Descartes, pero finalmente se centra en Spinoza a quien considera más coherente y desde luego más valiente en sus concepciones que el filósofo francés. Se habla de la cábala en la obra de Spinoza que algunos consideran influyó en la literatura fantástica de Borges. Este reconoce en el filosofo de los Países Bajos, la virtud de inspirar devociones. La entrevista es larga y nutrida y es mejor leerla directamente. Enrique Krauze nacido en 1947, ingeniero, escritor, editor de personalidad controvertida por sus concepciones liberales y su cercanía al grupo Televisa, es sin embargo uno de los importantes cerebros que se suman al intelecto mexicano. Quizá no inspire devociones generales, pero él mismo le pregunta a Borges si cree inspirarlas y el poeta y escritor argentino le responde: “No, no. Ustedes se equivocan conmigo. Yo soy una alucinación colectiva”.