Gregorio Ortega Molina
*El único contrato de esperanza que queda a los políticos para garantizar gobernabilidad y simular que algo cambia, serán las sanciones aplicadas a los corruptos de muy alto nivel, lo demás guía a mayor violencia y más muertes, secuestrados, desaparecidos
En política la verdad es inútil, porque resulta más importante la percepción, parecer que ser. El candidato de Por México al Frente se quedó a medio camino, no es y tampoco parece lo que quiere ser.
La intercampaña fue el periodo ideal para mostrarse a él mismo y a los electores de su capacidad para desmentir y empezar a parecer el líder en que aspiró a convertirse; dadas las condiciones de postración en que el peñato deja a México, levantarlo requerirá más de liderazgo y audacia que de economía y habilidad.
Hubo un fugaz intento de modificar la agenda electoral impuesta por el candidato de Juntos Haremos Historia, cuando el postulante al poder de Por México al Frente, al momento de registrarse en el INE advirtió que reformaría el régimen y metería a los corruptos a la cárcel. Le respondieron con el fantasma de la bodega de Querétaro. Desde entonces trae la brújula de la retórica política perdida. Allí está la mácula sobre su supuesta integridad, su necesaria honradez.
Tal como está el tejido social y al extremo al que han llevado el rompimiento del orden constitucional, a este candidato, como a los otros, le corresponde proponer por encima de la crítica y el denuesto. Articular un proyecto que cabalgue entre la imaginación, la audacia, lo deseable y lo posible, porque dinero no hay ni habrá en lo inmediato.
Modificar el discurso al que recurrió hasta ayer, para bordar su propuesta de reformas sobre la percepción, porque “en realidad todo lo que se cuenta, todo aquello a lo que no se asiste, es sólo rumor, por mucho que venga envuelto en juramentos de decir la verdad. Y no podemos pasarnos la vida prestándole atención, todavía menos obrando de acuerdo con su vaivén. Cuando uno renuncia a eso, cuando uno renuncia a saber lo que no se puede saber, quizá entonces, parafraseando a Shakespeare, quizá entonces empieza lo malo, pero a cambio lo peor queda atrás”, sostiene Javier Marías en una de sus novelas.
Pero no querrá, le inocularon el miedo desde el momento en que determinaron dar un uso estrictamente de política electoral a la procuración y administración de justicia. Las carpetas de investigación y las resoluciones de los jueces o los tribunales suman o quitan votos, así de sencillo.
Sin embargo, de llegar a hacerse con el poder requerirá de una legitimación, y para ello habrá de echar mano de la administración de justicia, porque recursos para crear empleos, repartir dádivas, generar bienestar y saciar el hambre que la campaña prometida por EPN no sació, no hay, el único contrato de esperanza que queda a los políticos para garantizar gobernabilidad y simular que algo cambia, serán las sanciones aplicadas a los corruptos de muy alto nivel, lo demás guía a mayor violencia y más muertes, secuestrados, desaparecidos, trata y humillación.