jueves, marzo 28, 2024

ISEGORÍA: ¿Qué tan grande es el hoyo?

Sergio Gómez Montero*

Una lágrima va cortando la rosa de mis lunares

Con delicadeza la existencia se difumina en el espejo

O. Sierra: “Horas caídas”

Sí, a veces el lenguaje da miedo por sus variados significados entre nosotros, que tan afectos somos para utilizarlo de una manera agresiva, en doble sentido y “alburesca”. Mas aquí, en este escrito, lo digo desde un principio, nada tiene que ver el lenguaje con eso, sino su intención es puramente política. No es pues de doble sentido decir: ¿de qué tamaño es el socavón que el PRI y el PAN heredaron al gobierno de López Obrador una vez que éste tomó posesión del gobierno de la República? Consúltese hoy, por ejemplo, el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2018, que publica la CEPAL y que, comenzando por el raquítico crecimiento del 1.8% para 2018 del PIB (que es igual a nada, virtualmente), lo hace a uno pensar en cómo, a partir de allí, puede un país despegar económicamente y mucho menos en lo social si el tejido de la nación se encuentra hecho jirones, roto por todos lados (en donde todas las ciudades medianas del país, como Tijuana, por ejemplo, registran más de 2000 homicidios al año). Ello pues conduce a preguntarse, primero, ¿por qué los habitantes del país permitimos que eso sucediera?, y luego, segundo, interrogarnos: ¿qué debemos hacer para tapar el enorme hoyo que nos dejaron PRI y PAN juntos?

¿Dadas las dimensiones de ese desastre, no fue sólo por eso que electoralmente se permitió que triunfase López Obrador, sino que, previsto el desastre que era el país, se le tendió una trampa a López Obrador para que fracasase así como Presidente de la Nación, pues era muy difícil recomponer a un país que era un verdadero desastre el que se heredaba, como el que previamente se les dejó a Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, a Kirchner en Argentina y a Correa en Ecuador? Hoy puede ser un grave error político no ver cómo esa estrategia se aplica por lo común, a nivel mundial, cuando se busca que particularmente gobiernos de izquierda que sustituyen a neoliberales fracasen: se les deja un país en ruinas, que por lo común no logran sacarlos del hoyo en que se los dejaron y por eso en las elecciones inmediatas siguientes, esos gobiernos de tibia izquierda son sustituidos por gobiernos no sólo neoliberales, sino por gobiernos profascistas, como hoy está sucediendo en Brasil, en donde el caos social tiende a una catástrofe de dimensiones mayúsculas.

Muchos son los factores que coinciden en situaciones sociales tan complejas, sobre todo –como sucede hoy en México–, cuando por cuestiones de estabilidad social se tienen que hacer múltiples concesiones a quienes, abierta o subrepticiamente, actúan continuamente saboteando las acciones del gobierno en funciones, bien sea tanto en el campo de la economía como en el de la ideología, en donde sus ataques son implacables y continuos y donde el gobierno menos posibilidades tiene de defensa dada la labilidad del terreno en el cual se combate. Combatir en tales condiciones se vuelve una tarea de dimensiones mayúsculas, pues se trata no sólo de ir reparando los enormes boquetes que los gobiernos anteriores heredaron, sino de hacer ver y convencer a todos los habitantes del país que se puede gobernar con eficiencia y eficacia, a pesar de las dificultades que ello implica y que en ello, en el gobierno de la Nación, estamos todos comprometidos.

En fin, mucho es el camino a recorrer.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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