jueves, marzo 28, 2024

ISEGORÍA: La corrupción: imparable

Sergio Gómez Montero*

No perdería el tiempo en mirar rascacielos. Me sentaría en sus colinas

y preguntaría a la gente por sus héroes honestos

H. Hidrovo: “El pelotón frente a la libertad”

 

En memoria de Sergio Pitol

 

Como la cauda del cometa, así arrastra Meade a la corrupción. El suyo es el paso fugaz pero persistente de los olores mefíticos que acompañan a las acciones que se identifican con la maldad y lo podrido. De principio (o desde antes del principio más exactamente) todo lo que viene de Meade huele a la mierda que ha regado el PRI desde el año 50 en adelante (o sea desde Alemán en adelante) y que, en plena campaña electoral, se empeña en seguir regando. ¿Por qué razón; acaso porque no quiere que su candidato gane? ¿O porque quiere que su candidato gane, no importa que embarrado de lodo y mierda, dígalo si no la inclusión a la fuerza de El Bronco en las boletas electorales, luego de cohechar burdamente a cuatro miembro del Tribunal Federal Electoral? ¿Fraude? Obvio, claro.

Toda esta semana, pues, Meade ha olido a mierda. Peor aún: toda su campaña.

¿Por qué esa pérdida de vergüenza de los seguidores de Salinas de Gortari para ensuciar así los procesos electorales en los que participan, a fin de conservar a como dé lugar la persistencia del capitalismo como forma de gobierno? Ese sí es un dilema que la teoría política debe abordar más a fondo si hoy se quiere, precisamente por la vía electoral, desplazar del poder al sistema capitalista. ¿O el cinismo de ese sistema garantiza que por siempre el capitalismo se mantenga virtualmente incólume? Es decir que, ¿mientras persista el sistema electoral no hay posibilidades reales de que el capitalismo sea removido como sistema de gobierno como hoy se quiere demostrar indistintamente tanto en México como en Brasil? En México, con todo tipo de tropelías; en Brasil, con un sistema de justicia tirado a la basura.

Sorpresa será, pues, que en ambos países cambie la dinámica bajo la cual se están desarrollando los procesos para que en ambos casos predomine la ley y no el chanchullo y la corrupción. Como ya lo he escrito, ese cambio de dinámica conlleva virtualmente que ya el capitalismo está en retirada y que es hora de retirarlo de la escena política, pero lo que no se contesta es y cómo, tomando en consideración que si bien es cierto que actualmente tanto en México como en Brasil el poder pareciera andar arrastrándose por las calles, como lo escribiera pocos años atrás el maestro español Pablo Iglesias Turrión, faltan los soviets que se empeñen en tomar de las calles ese poder para convertirlo en el Estado leninista que concrete la revolución. El problema de ese salto –vuelve a escribir el mismo teórico español– es que el principio del siglo XX es un tiempo radicalmente diferente al actual y que desde el 68 a ahora los marxistas no hemos podido diseñar una teoría de toma del poder que vaya más allá del Estado, pues hoy la toma del Estado, la lucha electoral, es insuficiente para desplazar al capitalismo del control social.

Aunque no hay que olvidarlo: contradictoriamente, un paso en esa lucha es la toma del poder por la vía electoral.

*Profesor jubilado

gomeboka@yahoo.com.mx

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