martes, abril 23, 2024

ISEGORÍA: Hace 50 años, marchando

Sergio Gómez Montero*

Hice con palabras

el silencio

que tomó del mundo

sólo lo que no muere

A. L. Ponzo: “Cumplepoemas”

 

Hace cincuenta años, marchando. En silencio. Con un tape en la boca, manifestando así, con tal rabia la ausencia de los compañeros que no estaban, que para esos días habían desaparecidos o estaban pero que no sabíamos cómo más reclamar, cómo más reclamar al Estado que nos los devolviera o nos dijera qué hacer para que, de una u otra manera, el Estado que era  dejara de ser: dejara libre a los presos políticos, fin del Estado autoritario, diálogo con los estudiantes, destitución de las autoridades policiacas, que el país fuera otro, en el cual se pudiera exigir la existencia de aquello que creemos hoy el voto nos podrá dar. 50 años nos ha tocado lograrlo, no es poco.

Sí, esa marcha fue histórica, porque llegamos al zócalo ya noche y luego del mitin marchamos para discutir, las brigadas, el qué hacer los días siguientes, pues no podíamos quedarnos callados, inactivos los siguientes días. La tarea para entonces era la actividad, el hacer, el mantener siempre viva la esperanza, el brigadeo, el trabajo en los comités de lucha, estar, sobre todo, cerca del pueblo, que particularmente ese día, el 13 de septiembre, marchó con nosotros y discutió el qué hacer en el brigadeo de la noche y la mañana siguientes y juntos al día siguiente decidimos qué hacer el día siguiente, para ese día andar por la Merced repartiendo la Voz de México y volanteando con lo que había salido de los mimeógrafos de que disponíamos. ¿Recuerdas, Félix, Benito, Luis, los otros compas de la brigada? Días álgidos de lucha callejera y de trabajo también de escritura en las revistas que me tocaba escribir.

Hoy, cincuenta años después, jubilado, me queda la escritura, el pensamiento álgido sobre saber o no si lo que hice está bien hecho o si es mejor regresar cincuenta años atrás a los años de lucha tremendos de aquel entonces, cuando nos rompíamos la madre en la calle, pero teníamos bien claro qué estábamos haciendo y por qué era por lo que luchábamos: marchábamos de día y de noche sin dudar, sin temer, conscientes siempre de que, la mayoría, estábamos haciendo lo correcto, aunque, como siempre, nunca faltaron los perros de oreja, los traidores y los que se echaban para atrás. Pero también estábamos los que luego de allí seguimos luchando hasta hoy, creyendo que sólo así el país va a ser otro, que no va a haber manera de cambiarlo que no sea con la lucha que nos tocó andar en ella desde los sesentas y de allí en adelante en huelgas, luchas, marchas, Polaco, Lobo, Pablo, Chicali, Benito, Pedro, Armando, todos compas.

Tengo que recordarlo, porque lo de hoy me obliga a hacerlo: a recordar que si no es luchando no vamos a hacer nada; que nada nos va a caer del cielo, si no es que le exigimos que llueva y aramos la tierra para que dé frutos y hacemos que la fábrica produzca para que haya productos para repartir.

Días de hoy y de 50 años atrás. Días de lucha siempre.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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