viernes, abril 19, 2024

ISEGORÍA: ¿Habrá cambios o no?

Sergio Gómez Montero*

Trastrocada en desorden, la figura del caos

privilegia la subversión del gesto en los portentos

J. García Abás: “Praxis”

 

Seguir dialogando sobre la gobernanza se vuelve necesario toda vez que el caos atrae al desorden, y hoy pareciera ser que estamos en pleno desorden o no entendemos las palabras de quien sin ser ya es: un presidente electo que sin ser otorga el perdón, por ejemplo, a quienes han pecado porque han violado la ley; un perdón, pues,  anticipado e inexplicable. ¿En eso consistirá la cuarta transformación del PriMor o será que nosotros no entendemos el discurso de ese que aún no es pero actúa como tal? ¿Qué es la crítica? ¿Cómo criticar sin exceso? Son muchas las dudas que despierta, hasta hoy, el discurso de López Obrador por parte de quienes ejercemos el periodismo, se sea afín a él o se sea fifí (a estos, claro, los distingue la doble intención, la mala fe y el chayote). Disturba, confunde la variabilidad del juicio, lo que implica carencia de eje central: ¿cuál es el discurso eje del futuro presidente de la república, cuál es su verdadero plan de gobierno? Es cierto, tiene un año más para presentar ese documento eje de gobierno, constitucionalmente establecido (el Plan Nacional de Desarrollo) y allí vamos a poder saber, sin género de dudas, qué realmente será el próximo gobierno, el que tendrá que lidiar, entre otras cosas, con un panorama financiero muy difícil para los años próximos inmediatos.

Si el caos permanece como forma de gobierno ese caos se va reflejar, como se ha venido reflejando, como forma de gobierno, y el gobierno (encargado de establecer y guardar el orden según los griegos) lo menos que se le recomienda es, precisamente, administrar sus tareas dentro del desorden.

En fin, una posible carencia de recursos financieros para conducir al país como tradicionalmente se ha hecho, dificultará, quiérase o no, la conducción del país, y por eso sí sería conveniente desde hoy saber si habrá finalmente cambios o no los años próximos inmediatos. Si se gobierna como tradicionalmente se ha hecho, no sólo no habrá cambios, sino que, en un extraño afán de perdón cristiano se pasarán por alto los delitos de los gobiernos inmediatos anteriores (y de sus funcionarios más destacados) y no habrá castigo para quienes impunemente violaron de manera flagrante la ley y causaron con ello al país graves daños financieros y políticos (léase Peña Nieto y Romero Deschamps). Si se opta por el cambio, habría, por el contrario, que cumplir la ley y actuar según ella lo señala para que en el país desaparezca paulatinamente la desigualdad que lo agobia y que es hoy el freno más brutal que tenemos para comenzar a lograr que este país sea verdaderamente otro.

¿Por qué no, pues, a indagar si con la constitución y la ley el país puede comenzar a cambiar o si es necesario, ya (lo pongo en negritas para remarcar la urgencia de la acción), comenzar a trabajar (quizá con Porfirio al frente) en la convocatoria de un nuevo congreso constituyente que nos permita concretar los cambios que se comprometieron y que no se quisieron o no se pudieron concretar. Si bien el dilema está planteado, vale la pena, pues, pensar en las tareas que urge concretar según sea la disyuntiva aquí planteada.

Lo que no hay duda es que cambio debe haber haya o no NAICM.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

 

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