viernes, abril 19, 2024

ISEGORÍA: Cuando gana el terror

Sergio Gómez Montero*

La vida apostó a mi lado tentaciones                   

y a todas sucumbí

excepto a la amargura

G. Pereira: “Somari de las tentaciones”

 

Escribo con miedo a pesar de estar lejos de allá, aunque ¿dónde es allá? ¿Quién lo sabe, quién está seguro? Sólo sé que el narcotráfico es uno de los poderes fácticos y que él, como Dios, nos ve estemos donde estemos y puede llegar hasta nosotros igual: estemos donde estemos. Eso, maestro, me dice la candidata, “Da miedo, mucho miedo, aunque lejos estés del DF: ellos te ven estés donde estés”. El narcotráfico es uno de los poderes fácticos más determinantes del presente. La manera terrorífica con que hoy está interviniendo en este proceso electoral lo remarca: 82 son las víctimas que hasta hoy (20 de junio) se han registrado. Es posible que buena parte de esos 82 no estén involucrados con el narcotráfico, el que, él sí, hoy se da el lujo de regar partes de víctimas por la avenida Insurgentes en la Ciudad de México. De ese tamaño es el la fuerza de ese poder fáctico.

Al margen de lo electoral, el narcotráfico cobra víctimas a montón por todo el país, sin que ningún poder policial intervenga para frenar esa masacre, el terror que el narcotráfico impone en todo el territorio nacional. No se vale vivir con tanto miedo, ¿o de aquí en adelante ésa va a ser nuestra forma de vivir? ¿A quién le corresponde dar contestación a esa pregunta?

“Sí, da mucho miedo, maestro, porque uno no sabe ni por qué: qué hizo o dejó de hacer. ¿Qué callo pisó: cuándo, dónde? Muy pinche la verdad. No, no se puede ser así candidata de nada, la verdad” Y sí, qué puede saber ella de todo lo que implica el ser allí, virtualmente dónde sea, candidato a un puesto de elección popular: ¿a quién pasarle cuota, qué territorios respetar, a qué capos rendirles pleitesía, que negocios respetar porque son de la señora? No, realmente está de la chingada.

En esas elecciones amargas nada representa el ganar o perder porque todo está arreglado de antemano entre los grupos que controlan las zonas o territorios: ellos, mejor que nadie, saben con quién hablar o quién arreglarse, y la elección no es sino un detalle que si no se puede pasar por alto sí es posible “arreglarlo” de maneras múltiples más allá de los votos y eso es algo que los candidatos, desde los regidores al señor-presidente-de-la-república, lo deben de saber muy bien, pues eso es algo que ellos no pueden pasarse por alto.

Así pues, desde el punto de vista de los poderes fácticos, como hace aproximadamente diez años una consejera electoral (de cuyo nombre ahora no me quiero acordar) más o menos en términos similares lo afirmaba: el futuro electoral da risa, porque él, en los regímenes capitalistas (¿me escuchas AMLO?), estará siempre al servicio de los poderes fácticos y ellos serán los que van a determinar cómo se mueven los hilos y a favor de qué.

Poderes fácticos, risa, tragedia, elecciones, tristeza. Hasta que no intervengamos nosotros, los ciudadanos, realmente, ese panorama va a cambiar, candidata (mientras escuche a Amanke Dionti, le va a gustar).

*Profesor jubilado

gomeboka@yahoo.com.mx

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