Francisco Rodríguez
Las llamadas clases políticas del aparato –minorías reducidas en todas sus expresiones– montan en cólera cuando ven aparecer consignas antiimperialistas del nuevo régimen, acompañadas de efectivos anuncios de inversiones gigantescas en el sector energético procedentes de las potencias asiáticas. La cólera se ha convertido en impotencia.
Esto no es ficción, ni choro. Llegamos al límite de la explotación y de la rapiña de las burocracias pripanistas en el poder que sólo llegaron para saber cuánto se llevaban en sus alforjas. Los mariscales de la derecha, complicitados con la delincuencia organizada lanzan su cuarto a espadas: las narcomantas de todos los carteles del país, dividido y ensangrentado por la ambición desenfrenada.
Las cúpulas del crimen han escogido demasiado mal al enemigo. Ya no se trata de un hombre solo, sino de una especie de solidaridad internacional que busca mayores espacios y mejores aliados. Fueron demasiados años de lucrar con el petate del muerto de la lucha contra la delincuencia y de los voraces anuncios publicitarios de “para que la droga no llegue a nuestros hijos”, para dejar ir el negocio…
… ahora que se avecina una limpia de corruptelas y de insaciables mandatarios y compinches de la traición. Si en el pasado reciente, sus ancestros diazordacistas frenaron a base de billetazos y de retiros de subsidios la conformación de izquierdas unificadas, hoy que cambió el mundo el panorama ya no es el mismo.
Pero todavía no quieren darse cuenta. Siguen creyendo que las manifestaciones de liberación nacional todavía corresponden a adversarios adinerados, como en el caso del reventado Movimiento de Liberación Nacional, ahogado ante la inminencia de la llegada del gorilato diazordacista al poder.
Abusaron de un pueblo proverbialmente dispuesto al cambio social
Hoy ya no es así. La lucha contra el imperialismo estadounidense no es cuestión de imposturas ni de modas. Es una necesidad de supervivencia ante el agotamiento de todas las vías. Las mismas que secaron con rapiña, masacre, robo y desolación colectiva.
Sembraron medio millón de muertos, acabaron con todas las posibilidades de crecimiento, agotaron su paupérrima ideología, ridiculizaron a sus partidos, volvieron arteras sus plataformas de lucha, abusaron de un pueblo proverbialmente dispuesto al cambio social.
Las llamadas clases políticas del aparato panpriísta, reducidas a un grupito de mercenarios, intelecuales —por cuales–, comentaristas, políticos en la peor expresión de la palabra, capitostes dueños de todo el territorio concesionado en todas las materias susceptibles de serlo, están dando sus últimas bocanadas… y sus últimos coletazos de muerte.
Por lo que se asoma, se acabaron los tiempos de los mediocres
Los movimientos de liberación no se circunscriben a actos aislados, ni a banderías escuetas. Forman parte ya de un movimiento mayor que por lo que se ve apunta a una restauración inmediata del poder político, a la conquista de las voluntades ciudadanas, a un mejor destino. Todo es cuestión de un poco de tiempo.
Por lo que se asoma, se acabaron los tiempos de los mediocres, esa carga irrefrenable que nos dejó el neoliberalismo pacheco. Se acabaron los excesivos protocolos, los excesos de presidencialismo de favoritos, las entregas incondicionales al exterior de nuestra riqueza común. Se acabó la falta de respeto al interés supremo de esta Nación.
La avalancha de inversiones que se vienen en euros, dólares, yuans, rublos, marcará una época distinta: adiós a las variables macroeconómicas del imperio chiquito, adiós a las amenazas de calificadoras neoyorquinas de BlackRock, adiós a un petate del muerto que sólo existió en la medida en que los tecnócratas de huarache y los comentócratas de Televisa magnificaban su influencia y su cacicazgo internacional, hegemónico en el área latinoamericana.
Acostumbrarnos a usar el pantalón largo y las agallas bien puestas
Y adiós también a los vendedores de la patria que lucraron con los trabajadores petroleros, mineros, magisteriales y burocráticos hasta hace muy poco. México está empezando a despertar, pésele a quién sea. Tenemos que acostumbrarnos a usar el pantalón largo y las agallas bien puestas, en su lugar. No es momento de indefiniciones ni de partidarismos.
Se acabó lo exclusivo y excluyente. Todos tenemos que jalar parejo ante una nueva realidad que nos apremia y nos obliga. El nuevo aparato debe echar mano de todos los operadores de buena fe que quieran arrimar el hombro a la construcción de un nuevo país, independiente, justo, soberano, nacionalista en la mayor expresión.
México debe dejar de ser pasto para las fieras del Pentágono. Alejarse de la clasificación de eje del mal que lo situaba un día y otro también en las miras de la metralla intervencionista norteamericana. Todos estamos obligados a aportar esfuerzos e ideas en esta tarea reivindicadora de los derechos colectivos.
Si realmente lo que queremos es sobrevivir al embate como país independiente, México debe dejar urgentemente de creer en que los términos de estabilidad, crecimiento y gobernanza los definen la sumisión a la economía estadunidense, a los manidos indicadores del déficit, de la cuenta corriente, del valor de cambio de la moneda y la capacidad exportadora unipolar.
Por primera vez en muchas generaciones podremos saltar la vara
México entero debe enterrar las falsas verdades de los profetas de la explotación. Junto a ellas, debe enterrar el recuerdo y los saldos de una pandilla inmisericorde y asesina jefaturada por los Salinas de Gortari, los Slim, los Córdova Montoya, los Zedillos, Calderones, Foxes y Peña Nietos, entre muchos otros ensarapados y cobardes.
Deben aprovecharse hasta dónde tope los nuevos términos de la solidaridad internacional que hoy quiere conjugarse con los esfuerzos locales de liberación nacional. Es hoy o nunca, digan lo que digan las narcomantas, equiparables a los comentarios interesados de los loros radiofónicos vendidos y prepagados. Son uno solo, y responden a los mismos intereses de la traición.
Debe quedarnos muy claro que por primera vez en muchas generaciones se presenta la oportunidad de saltar la vara. Debe quedarnos muy claro que es la única forma de lograr un mejor futuro y hasta un mejor presente para nuestra descendencia y nuestros coetáneos.
Agotados los cantos de las sirenas de EU y de sus prestanombres
No es momento de vacilaciones. Nos costó un enorme trabajo acariciar la posibilidad real de este umbral de esperanza. Los cantos de las sirenas estadounidenses y de sus prestanombres en México hace mucho que se agotaron. No nos debemos dejar sorprender con las cantinelas de siempre.
Debemos tener muy presente que el cuidado de nuestras trincheras petroleras, mineras, metalúrgicas, magisteriales y burocráticas son vitales en esta nueva etapa de consolidación de la independencia. No podemos descuidarnos por atender triquiñuelas de falsos mexicanos.
¡Es ahora o nunca!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Ayer, en Bogotá, Colombia, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, llamó a México a reconocer al autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, como el mandatario legítimo de ese país, y le pidió sumarse a la lucha del pueblo venezolano “por recuperar su libertad”. Al intervenir en la reunión del Grupo de Lima en Bogotá, Pence dijo que frente a la crisis política, económica y social que vive Venezuela “no puede haber espectadores”.
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