viernes, abril 19, 2024

ESCARAMUZAS POLÍTICAS: AMLO, obligado a vencer ahora al poder económico

Gloria Analco

Vivimos la hora del triunfo político, aquel que ha recuperado el poder para el pueblo. Pero, ¿se trata del poder “más poderoso”? Las élites económicas llevan decenios robándose a México con la colaboración del poder político, y ahora con un futuro gobierno honesto, ¿las más altas esferas del poder económico podrán seguirse beneficiando del saqueo al Estado?

A manera de protección a su proyecto de nación, Andrés Manuel López Obrador, virtual presidente de México, dijo a la élite empresarial que “nadie por encima ni al margen de la ley”. Eso también dicho a manera de que López Obrador está muy consciente de que será necesario hacer más política, repensar el modelo de desarrollo o los alcances que tendrá la nueva democracia que busca instaurar, a sabiendas de que la política es la única instancia capaz de controlar el caos de la economía, y no dejarla en manos del poder económico, de sobra sólo entregado al lucro y sin un “plan social”.

Se ha establecido en México, históricamente, un fuerte vínculo entre el poder político y las corporaciones privadas nacionales y extranjeras que tienen sus mañas y que acostumbran ponerse sus moños. Grandes grupos empresariales, dentro y fuera del país, han sido favorecidos con contratos multimillonarios, concesiones de bienes nacionales y múltiples acuerdos que han conseguido de diferentes entidades y dependencias federales, lo cual ha concentrado la riqueza en unas cuantas manos.

¿Quién ha mandado?, ¿el político o la corporación? El poder económico es el que ha mandado hasta el presente en nuestro país, por sobre el poder político. Y eso porque las grandes transnacionales consiguieron mundialmente violar la soberanía de los Estados con leyes, normas y tratados comerciales, ya no responden a ningún poder político, llevan el mensaje de las privatizaciones poniéndose en primer lugar de la fila, y su nivel de poder y penetración en México, en tales condiciones, ha puesto en seria duda el valor de nuestra democracia.

Buena parte de los escándalos de corrupción han emanado de las transacciones que efectúan en nuestro país. Los políticos han sido considerados los corruptos, pero sus contrapartes son los corruptores: capitalistas, empresarios, banqueros, inversores, de cuyos actos de corrupción casi nadie se ocupa y los rostros de esos actores permanecen casi invisibilizados, a pesar de su calidad de “grandes corruptores”, a la vez que han sido los grandes beneficiarios de la riqueza que se ha generado en México y de la propaganda ideológica que difunden los medios de comunicación en manos privadas para salvaguardar el estatus quo.

Los sobornos han estado a la orden del día para apropiarse de la economía, cosa que han conseguido de sobra. La economía nacional ha estado estancada porque los “corruptores” han estado jalando de la cobija todos estos años hasta casi dejarla desgarrada, llevándose una enorme tajada del pastel.

Hasta ahora, las grandes decisiones han sido tomadas a puertas cerradas, sin la participación de la mayoría de la población que ha resultado muy afectada por esa corrupción solapada por el poder político, pero AMLO ha dicho que las decisiones más importantes serán sometidas a la aprobación del público, a quien habilitará para que estén vigilantes.

Además, también ha dejado bien asentado que va a construir una democracia, no una dictadura, lo cual dijo a los empresarios a manera de infundir confianza, quienes se apresuraron a responderle que le ofrecen su apoyo, pero demandan ser tenidos en cuenta en la construcción de “las mejores soluciones para nuestro país”, pero uno se pregunta qué tanto esas soluciones que propondrán estarán viendo hacia sus bolsillos.

En un video, varios empresarios del Consejo Mexicano de Negocios, que más atacó a AMLO durante su campaña, expusieron además que seguirán “innovando y generando empleos de calidad”, además de “colaborar en la lucha contra la corrupción”.

Al respecto, uno se pregunta también si esos empresarios estarán conscientes de la realidad actual y aceptarán las nuevas reglas del juego en las que se habrían acabado los privilegios para ellos, o utilizarán a los líderes de opinión de los medios de comunicación privados para hacerle la vida imposible a López Obrador, presentándolo como un dictador que está socavando la democracia y acabando con el futuro del país, o cosas parecidas, algo que la derecha acostumbra hacer en contra de mandatarios de la llamada izquierda cuando no actúan conforme a sus intereses, a la vez que buscarían boicotear algunas de sus medidas.

AMLO, con el gran apoyo recibido en las urnas, ya venció a las fuerzas políticas de derecha, pero ahora deberá derrotar al poder económico de derecha, tradicional enemigo de México, pero que está agazapado bajo el imperio de un régimen político de carácter internacional que actúa a espaldas de los pueblos y que existe sólo con el afán de la ganancia, cuyos tentáculos están extendidos por todo el planeta y que es capaz de todo con tal de ostentar el poder económico mundial.

No cabe duda que las grandes empresas y consorcios financieros han obstaculizado el crecimiento económico de México y reducido al mínimo las condiciones de vida de la mayoría de la población, cuya responsabilidad recae en ambos: en corruptos y corruptores.

La nueva relación que se establecerá entre grandes empresarios privados, banqueros e inversores de enorme peso y Andrés Manuel López Obrador, adquirirá especial relevancia porque él ha prometido empezar a sacar de la pobreza a los mexicanos, lo cual no podrá lograr si no mete en cintura a ese sector poderoso empresarial y financiero, que quiere seguir succionado como sanguijuela el presupuesto nacional.

gloriaanalco@gmail.com

 

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