viernes, abril 19, 2024

EN REDONDO: 2018: Gana el voto del hartazgo y el Tripartidismo

Mario Ruiz Redondo 

Con el triunfo electoral este domingo 1 de julio, de Andrés Manuel López Obrador, candidato de los Partidos Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES), al obtener mayor porcentaje de votos en la elección Presidencial 2018, México inaugura una nueva época en la política nacional, con un sistema de Alternancia Tripartidista en el ejercicio del Poder Ejecutivo Federal.

Una situación inédita en México, sobre todo por la actitud de su contrincante José Antonio Meade Kuribreña, abanderado de los Partidos Revolucionario Institucional (PRI); Verde Ecologista de México (PVEM), y Nueva Alianza (PANAL), de aceptar su derrota y no esperar al Veredicto Oficial de Tendencia que emitiría a las 11 de la noche, en ese sentido, del presidente del Instituto Nacional de Elecciones, Lorenzo Córdova Vianello.

Visiblemente emocionado, pero también consternado, a las ocho de la noche con 10 minutos, el aspirante del tricolor, desde la misma sede nacional del Instituto político en Insurgentes Norte, daría un discurso a los medios de comunicación, en el que reconocería que la votación de la ciudadanía no le había resultado favorable.

Ahí mismo, el líder nacional del PRI, René Cisneros Juárez, aceptaría que el Revolucionario Institucional había perdido 8 de las nueve entidades en disputa, incluyendo Chiapas donde el ganador había sido Rutilio Escandón Cadenas, asegurando que solamente tenían a su favor Yucatán.

Ocurriría también 30 minutos después, la declaración en el mismo sentido, de Ricardo Anaya Cortés, defensor de la causa de los Partidos Acción Nacional (PAN); de la Revolución Democrática (PRD), y Movimiento Ciudadano, no así del independiente Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, quien anunciaría que aguardara hasta este lunes 2, su posición al respecto, no sin antes reconocer que volverá a asumir la gubernatura del estado de Nuevo León, de la que se ausentó temporalmente, bajo licencia autorizada por el Congreso estatal.

Culminaría de esta manera la jornada proselitista por todo el país, de los cuatro ungidos en busca de la sucesión del Presidente Enrique Peña Nieto, que tendría un desenlace iniciado a partir de las ocho de la mañana y culminado a las seis de la tarde en que cerraron oficialmente las casillas a la que asistieron a depositar su voto la mayoría de los 89 millones de ciudadanos registrados en el Padrón del INE.

Se confirmaría el éxito de la campaña mediática y de discursos que tuvieron en la voz de López Obrador, las condenas a la corrupción, impunidad, inseguridad, violencia, empobrecimiento, marginación, explotación laboral, carestía y a las reformas estructurales, que dieron sustento al sufragio del hartazgo popular que le dio la victoria en las urnas.

Con el menor esfuerzo, Andrés Manuel se impondría sobre sus adversarios, al convertirse en automático en un cacha votos, aprovechando los errores de quienes no supieron capitalizar a favor del PRI, su retorno a Los Pinos, de donde “fueron echados” en el año 2000, por el Partido Acción Nacional, con Vicente Fox Quesada a la cabeza, previo pacto con el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, por presiones de Washington, para dar paso a la “Alternancia Bipartidista del Poder”.

Un arribo, en el que igualmente coadyuvó el malestar de la sociedad por la acumulación de errores, entre ellos el de la corrupción, el cinismo y la impunidad, en que habían incurrido en los años anteriores, gobernantes del Revolucionario Institucional, dando por terminada siete décadas de permanencia ininterrumpida en el mando omnímodo de México.

La frivolidad de Fox Quesada y su desmedida ambición por la riqueza, y bajo la poderosa influencia de su pareja Marta Sahagún Jiménez, haría casi naufragar la esperanza de quienes depositarían su confianza en él, pero que pronto se darían cuenta de que sus compromisos de atacar a fondo la corrupción priísta, quedarían en el papel.

Sería en el sexenio 2000-2006, cuando al cambiar el esquema de preferencias por los cárteles de las drogas, daría comienzo la violencia por la disputa de territorios prolongada hasta ahora, con la aparición de personas decapitadas vinculadas con el crimen organizado, en el puerto de Acapulco, Guerrero.

En Chiapas se le recuerda porque permitiría que sus entenados, los hijos de su esposa, los hermanos Bribiesca Sahagún, se enriquecieran hasta el hastío, con la participación de sus empresas constructoras en la reconstrucción de los daños provocados por el huracán Stan, el 4 de octubre de 2005, para lo cual el Poder Legislativo autorizó 20 mil millones de pesos.

Se recuerda mucho y muy bien, que con la protección y apoyo absoluto del entonces gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, facturaron y cobraron miles de millones de pesos por obras que nunca realizaron, como viviendas, carreteras, puentes, agua potable y drenaje, entre otras.

Vicente Fox Quesada lograría prolongar un sexenio más al PAN en la Presidencia, con Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, quien equivocaría la estrategia de combate al crimen organizado (narcotráfico), al sacar a los soldados y marinos de sus cuarteles y generar mayor violencia, que se reflejaría en un saldo rojo que llegaría a casi 100 mil víctimas mortales, al concluir su sexenio 2006-2012.

Ocurriría la debacle del blanquiazul, ante el repudio por la extrema violencia en todo el territorio nacional, ante el abuso y violación de derechos humanos de seres inocentes, por quienes combatían a los capos del narco y sicarios.

Serie de errores que la sociedad nacional no toleraría y votaría en las urnas el retorno del PRI y sus candidatos liderados por Enrique Peña Nieto,  en los comicios de julio de 2012.

Y cuando se esperaba que los priístas, de nuevo en el ejercicio del poder respondieran a la confianza depositada para volver al sendero del desarrollo y del progreso, algunos de ellos prominentes, volverían a llevar a cabo prácticas de corrupción e impunidad cínicas que en los dos últimos años del sexenio 2012-2018, se acentuaron en los casos de los gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, que llevaron al repudio generalizado de los distintos sectores de la sociedad nacional, aunado al escándalo personal originado por la esposa del Primer Mandatario, con la compra de una mansión de más de 80 millones de pesos en la capital del país, a la que se conocería popularmente como “La Casa Blanca de las Lomas de Chapultepec”.

Pérdida del poder del PRI en 2018, ahora a favor de Andrés Manuel López Obrador, en mucho por la decisión de cambiar radicalmente los estatutos del tricolor, al cancelar los requisitos obligados para ser candidato a la Presidencia de la República, de ser militante con una antigüedad mínima y haber ostentado un cargo de representación popular,

Se daría paso en esta coyuntura histórica, a la incorporación de José Antonio Meade Kuribreña, como candidato ciudadano simpatizante, del Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República.

Y no solamente eso, Meade no utilizaría como todos sus antecesores, el logo del PRI en su vestimenta, como tampoco sus colores, lo cual se acumularía en su contra, ante los millones de militantes que vieron en esa actitud una ofensa a su instituto político y más aún cuando en lugar de defenderlo de los ataques de ser una institución corrupta, se deslindaría y se referiría a su trayectoria personal, la cual definiría como de honesta.

Se olvidaría tanto Meade Kuribreña como sus asesores, que la corrupción no es inherente a una institución política, sino a aquellos que se escudan en ella para cometer sus fechorías.

Mal comienzo tendría su campaña, al aceptar la sugerencia de iniciarla en el primer minuto del 14 de diciembre, en el  gélido bastión indígena de San Juan Chamula, en la Región de Los Altos de Chiapas, que no sería de su agrado al ser desairado por los grupos étnicos.

Desempeño como político sin serlo, que le llevaría a expresar sus ideas y propuestas en tonos académicos que no convencían a nadie, por la falta de contundencia en su voz y emoción en sus discursos.

El agregado, de llevar como coordinador de campaña al ex secretario de Educación federal, Aurelio Nuño Mayer, en conflicto con el magisterio por la Reforma Educativa, así como por la guía de un líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, un personaje sin militancia y experiencia política, que sería relevado tardíamente por el experimentado ex gobernador de Guerrero, René Juárez Cisneros.

Error tras error, que al acumularse, fueron franqueando todavía más el camino para que Andrés Manuel López Obrador llegara a triunfar en las urnas este domingo 1 de julio, en el tercer intento por ocupar la Presidencia de la República. El primero, en 2006 frente a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa; el segundo ante Enrique Peña Nieto y ahora contendiendo con José Antonio Meade Kuribreña, Ricardo Anaya Cortés y Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”.

No olvidar tampoco, que el camino para hacer realidad el sueño del político tabasqueño, fue creado en la Administración de Enrique Peña Nieto, al serle otorgársele la franquicia para crear el Partido Movimiento de Regeneración Nacional, que el próximo 1 de diciembre lo ubicará en Los Pinos, echando de la Residencia Oficial al PRI, como lo hiciera en su momento Vicente Fox Quesada.

Tal vez por ello en su primer discurso como candidato triunfador, después que así lo diera a conocer el presidente del Instituto Nacional de Elecciones, agradecería a Peña Nieto el buen trato dispensado, a diferencia de sus antecesores panistas que lo satanizaron.

Está pues López Obrador, en la antesala de Palacio Nacional, del poder pleno, si se considera que de acuerdo con los reportes oficiales de inicio del INE, habría ganado de manera aplastante la elección Presidencial junto con las de los candidatos al Poder Legislativo, con

lo cual tendrá un poder absoluto, al tener control de diputados y senadores.

Su triunfo, viene a constituir la peor derrota electoral del PRI en toda su historia, al saber aprovechar al máximo los errores de los gobiernos priístas federal y estatales.

Ahora, habrá que esperar que la intolerancia e incongruencia manifestada en sus discursos de campaña, se corrijan por el bien de México, en esta nueva etapa en que el Tripartidismo se vuelve una realidad inobjetable de aquí al 2024.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senaco de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.

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