Mouris Salloum George*
Aun sin dedicatoria expresa, esa piedra cae en el tejado del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Desde el mortal ataque a una partida del Ejército en Culiacán, Sinaloa, hace unos tres años, no se registraba otro de semejante magnitud como el ocurrido la madrugada del 9 de mayo en Acayuca de Catalán, Guerrero.
En una emboscada cayeron bajo fuego seis militares: Tres muertos y tres heridos.
Cuando hemos comentado los atentados contra militantes políticos, que continuaban a mediados de semana, advertimos que resultaba previsible que los acerados y mortíferos cuernos de chivo del crimen organizado elevaran sus miras hacia otros blancos igualmente vulnerables.
La incitación criminal se dio hace apenas una semana, sin ocultar su móvil: Un candidato a la Presidencia de México. Dista mucho ese gesto ruin de ser mera ocurrencia.
Lo de las acciones contra elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Marina Armada de México, caen en otra dimensión que puede equipararse a la un hoyo negro.
Tras los hechos de Culiacán a los que hicimos referencia, el general secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, no ocultó su indignación, que fue compartida por preocupados segmentos de la sociedad.
Frente a ese dantesco espectáculo, lo que queda claro es que el problema rebasa el ámbito de la legislación y los tribunales punitivos.
Si lo que sigue a cada nuevo atentado, es la impunidad, lo obvio es que se exhiban vacíos de poder que, como enseña la física, no son tales: Siempre son ocupados por elementos reactivos que, en este caso, encarnan los poderes fácticos.
Vidas de militares tienen tanto valor como las vidas de muchos civiles inocentes que son encasillados y olvidados bajo la etiqueta de “daños colaterales”.
Situación que debe revisarse y rectificarse, sin embargo hay candidatos presidenciales que declaran su compromiso de mantener la tropa en las calles a cargo de la Seguridad Pública.
Los candidatos quieren votos, lo que se requiere del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas mexicanas, es que cumpla una asignatura pendiente: Un México en paz. No es asunto de poca monta.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.