jueves, marzo 28, 2024

ARQUEOLOGÍA POPULAR: Otras ventajas de la monarquía

Carlos Becerril Torres

A flor de tierra, en la era actual, se pueden encontrar artículos fonográficos en excelente estado de conservación utilizados y disfrutados por diferentes grupos y conglomerados generacionales, entre ellos  A Night At The Opera y, dentro de éste, la Bohemian Rhapsody de Queen.

Todo el álbum posee algo característico, sobresaliente, aun cuando se escucha por la radio. Esa cualidad es que el sonido nunca pierde su presencia ni disminuye durante las diferentes secciones de las que está compuesto. Ese efecto burla todos los compresores de sonido y los sistemas de protección de la señal radiofónica.

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Esa es una seña de identidad característica del estilo de producción creado por Roy Thomas Baker. Productor anglo americano maestro del arts combinatoria al reunir y mezclar dos concepciones diferentes y antagónicas. Una es crear arreglos y combinaciones imprudentes, contrarias a las reglas del buen hacer y la otra, lograr éxitos comerciales.

Esto lo lleva a ser considerado una gran fuerza conductora en la transformación del rock desde hace más de 40 años.

Thomas Baker, está detrás de la escena, las luces, las máquinas de humo. Es la personalidad oculta y oscura sentada ante las consolas de mezcla, las grabadoras multipista, los compresores y expansores de sonido. Siempre a la búsqueda de un sonido diferente y característico en cada una de las incontables producciones que le ha tocado llevar a buen puerto comercial.

Uno de sus primeros productos con los que comienza a cimentar su fama es un grupo de rock pesado envuelto en un nombre de características bíblicas llamado Nazareth. La suerte del grupo quedará como uno de los rollos del Mar Muerto a la espera de que un futuro arqueólogo exhume y desentrañe sus oscilaciones estilísticas entre el rock pesado y algo que pudiera clasificarse como pop/folk escocés.

En su búsqueda por algo nuevo Thomas Baker entra en contacto con Brian May y Freddie Mercury, integrantes de un cuarteto cubierto por el manto monárquico y muy británico al haber adoptado el nombre de Queen.

El grupo británico es un estilo único, inclasificable. Es Queen, y encasillarlo en definiciones estilísticas fue y es completamente inútil. Es un caldero de tendencias y estilos coronados por una teatralidad bajo la cual se mueven ritmos y sonoridades cultivadas por los dispares estilos de Motown y Stax junto a combinaciones vocales salidas de los Four Seasons o las Ronettes o, en su defecto de Bob Crewe y Phil Spector sus respectivos productores.

Esa mescolanza culmina humorísticamente en esas dos grandes producciones A Night At The Opera y A Day At The Races en las que no se oculta el homenaje a los maestros de la filosofía salidos de la escena teatral y el cine: los hermanos Marx.

El diamante de la corona de Queen es, por supuesto, la Bohemian Rhapsody. Plena de polirritmia, polifonía y polisemia. Un inicio tradicional, una declaración, en la cual se asegura estar incierto de si la vida real es verdad o irreal y así esa voluta inicial asciende complicándose más y más con capas y capas de guitarra, piano, bajo, batería y múltiples voces que andarán a la búsqueda si Scaramouche bailará el fandango. Mientras el personaje narrador busca la salvación por el asesinato cometido muy en el sentido de la historia que originalmente acompañaba a la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz.

Desde el título, esa Bohemian Rhapsody parece aludir a la época del emperador Rodolfo II de Bohemia a cuya corte, en Praga, durante el siglo XVII, cuna de estudios esotéricos, cabalísticos y científicos, llegaron Giordano Bruno y Johannes Kepler; por lo que la mención de Galileo es un pasito histórico de coincidencia referencial que enlaza con el título y más al tomar en cuenta que Brian May se graduó con honores en el campo de la astronomía, la física y las matemáticas. No es raro entonces que entre las conversaciones entre Freddie Mercury el diseñador gráfico y Brian May el astrónomo brotara el nombre de Galileo Galilei.

El tema de lo esotérico no es nuevo ni viejo, es permanente. A principios del siglo pasado Claude Debussy y Eric Satie, en medio de las grandes revoluciones científicas gestadas durante las primeras décadas por Albert Einstein, Niels Bohr y Werner Heisenberg, ambos compositores pertenecían a una sociedad esotérica. En la década de los años setenta tanto Led Zeppelin como David Bowie andaban metidos en el fango de lo hermético. De este lado del océano tampoco es sorprendente que la música tenga un olor a santería y otras chamusquinas.

Roy Baker y su equipo conformado por Gary Lyons, Mike Stone y Geoff Workman tienen que enfrentarse a las diferentes personalidades de los cuatro miembros de Queen y producir, sin lugar a dudas, desde el primer momento, algo que iba a cambiar los destinos de la producción. La obra maestra de la arquitectura sonora.

La complejidad técnica asalta el oído, una y otra vez. Simultáneamente es ecléctica y coherente. Sin saber mucho de filtros y proporciones, mezclas e ingredientes sonoros, el escucha atento percibe las múltiples capas de voces y efectos acústicos que saltan de una a otra bocina, son simultáneas y, a su vez, individualmente aparecen en un canal y sorpresivamente pasan al canal contiguo.

Sorprende también por haber sido concebida dentro del sonido original de los instrumentos como queda manifestado en una frase del álbum ¡Sin sintetizadores!

Bohemian Rhapsody consuma las bodas del rock progresivo con la ópera. Sus resultados trazan distintas trayectorias. A quienes les repele cualquier contacto con el género operístico les parece que es una parodia consecuente con un género insoportable y en decadencia. Algunos, sienten que ambas manifestaciones culturales salieron indemnes y otros, a partir de ese álbum, sintieron curiosidad por conocer y desentrañar los secretos de la ópera incorporando a su panorama musical el género operístico.

Tal vez Roy Baker con total confianza en sus habilidades o pleno desconocimiento de hasta dónde podía llegar con las mismas se aventuró por paisajes sonoros nunca antes imaginados y creó esa obra artística marcadora de tendencias a seguir, entre ellas la ahora ubicua mezcladora de audio que sin necesidad intervención humana sincroniza y edita automáticamente!!!.

Otro de los subproductos que ayudó a la amplia diseminación de la Rapsodia fue el video promocional aparecido en calidad de llamada de atención y reflector lumínico por donde había de transitar la hasta entonces desconocida señal de MTV seis años más tarde. Eso sin contar con los otros dos grandes momentos visuales que han mantenido la atención del público. De un lado, el filme con Myke Myers Wayne’s World y luego la posterior versión de los Muppets puesta en circulación en el año de 2009. Propiciándose, además, que con ese nuevo impulso se realizara la remasterización digital de los dos álbumes del homenaje y revitalización del pensamiento marxista a cargo de Queen: A Night At The Opera  y A Night At The Races.

Usos y tradiciones enseñan a no quedarse mucho tiempo en el mismo lugar y con lo dominado hasta ese momento; siempre habrán de explorarse nuevas combinaciones por lo que  Roy Thomas Baker produce el primer álbum del grupo The Cars. Inclinado hacia un sonido menos sobrecargado diferente al obtenido con Queen y con su natural maestría de crear un producto de alta calidad que, a la vez, sea un éxito comercial, vuelve a obtener ese resultado apreciado por público y crítica.

Sin parar, y de manera simultánea, con los siguientes álbumes de The Cars, entre 1977 y 1980, se encarga de producirle a Journey, Foreigner, Ron Wood y Alice Cooper. Esa carrera ha continuado hasta nuestros días con la producción de grupos tan actuales como Smashing Pumkins y en la más reciente producción del grupo Yes, Heaven & Earth.

Roy Thomas Baker nunca perdió el impulso y ha estado en el momento justo con las ideas adecuadas desde hace 40 años.

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