jueves, marzo 28, 2024

ANÁLISIS A FONDO: Racismo Prieto

Francisco Gómez Maza

· Mexicanos, más racistas que Donald J. Trump

· De “pinches negros” no bajan a los de color

¿Y ya se dieron ustedes cuenta de que, del presidente de la república para abajo, los mexicanos no solamente son tontos para votar por el impuesto por el PRI, sino que somos más racistas que los estadounidenses más racistas?

En general, los mexicanos no pueden ver a una persona de color, si en el metro de Ciudad de México, o a una dama de color en el Metrobús, porque inmediatamente empiezan a murmurar del “pinche negro”, del cochino que no se baña, que apesta, y si tienen la oportunidad inmediatamente le lanzan por lo menos una indirecta relacionada con su color y su olor… Como si los prietos mexicanos olieran a aceite de oliva.

Y esa discriminación gringa ocurre también entre mexicanos, desde Los Pinos o la famosa casa blanca hasta una mansión de Tepito’s Down Town. Los menos morenos no pueden ver a los morenos y estos se enfadan cuando ven a un prieto. Y vaya que los que se enojan son prietísimos. Lo menos que le endilgan es lo que le dicen a los de color: pinche prieto.

Y eso ocurre también con las mujeres, aunque si un macho mexicano desprecia a una mujer por su color o su olor, si tiene la oportunidad de violentarla sexualmente no pierde el tiempo. No le importa que sea prieta o de color. O que huela a rayos.

Eso ocurre también en la relación de las clases medias acomodadas o dominantes. Los dueños del poder polí8tico o el económico, o los que se sienten con poder económico porque son hijos de papi (los que odian a la “prole” desde Los Pinos) con la gente de abajo. El “señor” de la casa acosa a la muchacha que prepara los alimentos, lava y plancha la ropa de los señores y de los niños, hace el aseo. Más si es bonita y tiene un lindo cuerpo. El marido de la señora de la casa no pierde el tiempo y cuando su esposa se ausenta se dedica a acosar y a enamorar a la ayudante, prometiéndole el oro y el moro con tal de que se acueste con él hasta que la pendeja se acuesta. Ah, pero si la embaraza, inmediatamente la corre del empleo. No se vaya a dar cuenta la esposa de que su ayudante fue embarazada por el marido. Ni siquiera se toman la molestia los maridos de usar preservativo cuando se acuestan con la muchacha.

Este es el verosímil de los mexicanos todos, de los ciudadanos en edad de ir a votar a las urnas. Son violados constantemente por las clases dominantes. Por los mapaches electorales, por los que les ofrecen dinero por su voto. Y nadie protesta. Nadie dice me violaron. ¿Será porque les agrada la mala vida? Los mexicanos son sirvientes violentados a cada momento. Violados pues, por políticos, por empresarios poderosos, por obispos y sacerdotes, por empleadores y hasta por  jefecillos, quienes a quienes más violan es a las mujeres que solicitan empleo. O un ascenso en el escalafón salarial. Eso ocurrió, por ejemplo, en las elecciones del 5 de junio aunque muchos mexicanos ya no se dejaron violar y sólo lo hicieron aquellos ciudadanos muertos de hambre o ambiciosos que se entregan por un monedero electrónico con un saldo de dos mil pesos. Cuánto sufren esos mexicanos que ni siquiera saben valorar el precio de su honra y de su dignidad, sus rodillas y su trasero,

Y los mexicanos, por su lado, son más violadores cuando consiguen un puesto de relativa importancia en las estructuras gubernamentales, o uno de elección popular. Por ejemplo, cuando les encargan las llaves del excusado (Quieres ver a un mexicano alzado, encárgale las llaves del excusado). Se convierten en salvadores y ofrecen canonjías y prerrogativas a cambio de intercambios carnales. Y la cultura de la denuncia aún no está nada arraigada en nuestras sociedades por el miedo a perder el empleo. Lo peor de todo es que violan porque odian, porque son racistas,

Pero si los mexicanos en México son racistas entre ellos. Son más cuando se asumen estadounidenses, güeritos de ojos azules, cuando reciben su documento de nacionalización, Entonces, muchos, por milagro del papelito que los transustancia en güeritos, en anglosajoncitos nacuales, compran su condominio en Miami, en California, en Quad Cities, donde está o estaba el arsenal militar más importante, cerca de Chicago, y pueden mandar a su hijito al College, una escuela entre las más caras. Ah. Se vuelven insoportables. Morenos, prietos, se vuelven de cabello color naranja y ojos verdes.

Pero no todo se queda ahí. Después de ser objeto de discriminación en México y en Estados Unidos, ellos se vengan porque se convierten en discriminadores de otros tan prietos como ellos, o menos prietos que ellos; Los migrantes de Centroamérica, quienes se enfrentan no sólo a la discriminación sino a maltratos cuando solicitan asilo en Estados Unidos, sobre todo ahora que es presidente uno de los más acérrimos racistas entre los racistas.

Amnistía Internacional advierte que “Lo que nos preocupa es que los derechos humanos y las vidas de las personas pueden ser una ficha de negociación entre un gobierno mexicano (racista) y uno de Estados Unidos (racista), que tienen muchas negociaciones abiertas”, dijo a Reuters Madeleine Penman, autora del informe publicado el jueves.

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